martes, 2 de septiembre de 2014

El ser que quiero ser

Puede parecer un poco enredado el título de este escrito, pero vayamos desglosando su sentido. 
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En primer lugar, todos somos seres que por un propósito específico vinimos a nacer en este mundo, en este país y en este tiempo; sea cual sea tu nacionalidad o edad, naciste por una razón, y una de las grandes misiones de tu vida es descubrirla.  

En segundo lugar, cada uno de nosotros tiene una idea o imagen de cómo quiere llegar a ser; es como cuando uno es pequeño y los maestros le preguntan “¿qué quieres ser de mayor?”, que las respuestas son variadas y pueden ir desde bombero hasta presidente de la nación. Todos tenemos una idea de lo que queremos ser, lo que muchas veces no tenemos claro es cómo llegaremos a serlo.

Un psicólogo y sexólogo plantea en uno de sus libros, que debemos ser rígidos con los sueños que tenemos pero flexibles con los caminos para cumplirlos. A lo que se refiere Stamateas es a lo siguiente: si mi meta es obtener una buena calificación en alguna materia y me doy cuenta que me es difícil estudiando solo por mi cuenta, puedo pedir ayuda a un compañero, contratar a un profesor particular, pedir horario de consulta con el profesor, asistir a ayudantía o tutorías, crear un horario de estudio, usar estrategias de estudio, etc. Voy abriendo puertas para lograr esa meta sin quedarme solamente, en que por mi cuenta lo voy a conseguir. Lo que ocurre muchas veces, es que somos rígidos con el sueño y con el camino para conseguirlo, o sea, si no funciona a la primera, lo desechamos y nos frustramos sin ganas de proponernos otro desafío. En este caso, me alejo del ser que quiero ser.

Por esta idea sobre “el ser que quiero ser”, caso de habérsenos ocurrido, seríamos multimillonarios por los derechos de autor. Tampoco se le ocurrió primero a escritores talentosos, esta idea se le ocurrió inicialmente a Dios. Sí, a Él se le ocurrió de inicio. ¿Te suena el nombre Jesús? Exactamente, el hijo de Dios. Pues Jesús fue el ser que Dios Padre quería que llegara a ser. Jesús encarnó la naturaleza divina de Dios, Él expresó todo lo que el Padre quería que fuese expresado. Jesús es y fue la mejor versión de Dios mismo. Él fue el ser que Dios quiso que fuese.

Cada uno de nosotros tiene la misma posibilidad de transformarse en la mejor versión de sí mismo. Indagar en profundidad sobre el ser que queremos ser y caminar en esa dirección, es convertirnos en “versiones mejoradas” de nosotros mismos. ¿Quién más, aparte de nosotros mismos, para transformarnos? Aparte de Dios, no hay nadie que te conozca tanto como lo haces tú, y mal que te pese, vivirás hasta el último día de tu vida contigo mismo. ¿Por qué no aprovechas la oportunidad de que tu “obra maestra” seas tú mismo? ¡Atrévete!, ¡descúbrete! y transfórmate en el ser que quieres ser.


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