jueves, 14 de agosto de 2014

Un sueño roto - Reflexiones

El sueño de su vida era ser misionero, y parecía como si finalmente se fuera a hacer realidad. Sentado en la oficina de la agencia misionera, el nervioso joven le aseguró al entrevistador que él y su flamante esposa estaban decididos a trabajar duro, administrar sus recursos como buenos mayordomos, y procurar que se proclamara a Cristo al mayor número de personas posible. Confiaban en que todo su futuro estaría saliéndoles a pedir de boca.
Pero pronto iba a aparecer la triste realidad de que su sueño se iría a hacer añicos. Durante su preparación para vivir entre otras culturas, él y su esposa se percataron de que ella nunca resistiría los rigores de vivir en el extranjero. Era demasiado frágil y débil. Si iban a África, como habían planeado, era seguro que ella moriría.
Confuso y destrozado emocionalmente, el joven fue a trabajar para su padre dentista y que tenía un pequeño negocio secundario, que producía vino sin fermentar para los cultos de la Santa Cena en las iglesias.
Al envejecer su padre, el joven se hizo cargo de este pequeño negocio. Un día, se le ocurrió que quizás aún podría tocar al mundo para Cristo. Todavía podría cumplir las palabras que le había dicho al representante misionero aquél día. Trabajaría duro, sería un buen mayordomo de sus recursos, y procuraría que se proclamara a Cristo a tantas personas como fuera posible; aunque lo haría de una manera un poco diferente.
Mantendría su promesa manteniendo financieramente a otros que podrían ir al extranjero como misioneros.
Trabajó duro, muy duro, y con el tiempo logró desarrollar aquella pequeña compañía en una empresa gigantesca. ¿Cómo se llamaba? Welch.
Hoy, su jugo de uva se vende en todas partes. El Sr. Welch ha ofrendado gigantescas sumas de dinero a la causa de las misiones mundiales. ¡Qué ironía!, hizo mucho más por la evangelización mundial que lo que podría haber hecho trabajando duro en el campo misionero. Debido a su adaptación a sus circunstancias y a su florecimiento en donde estuvo plantado, llegó a ser un compañero valioso de las misiones en todo el mundo.
Cuando una puerta se cierra, no te des por vencido, porque quizá hay otras puertas que no has visto y que se abrirán, para hacer incluso mucho más de lo que inicialmente habías pensado. ¿Cuál fue la última puerta que se te cerró?
¿Ya encontraste la nueva puerta? No olvides que con Dios siempre hay nuevas puertas delante de nosotros.
De cierto te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena en la orilla del mar, y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos. Génesis 22:17
Conozco tus obras. Mira que delante de ti he dejado abierta una puerta que nadie puede cerrar. Ya sé que tus fuerzas son pocas, pero has obedecido mi palabra y no has renegado de mi nombre. Apocalipsis 3:8

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