jueves, 14 de agosto de 2014

Setenta veces siete

Tal vez hoy sea el día en el que esa muralla que sientes entre tú y tu padre, tu madre, tu esposo o esposa, caiga.
Un hombre daba su testimonio acerca del perdón; decía que cuando él era de la edad de cincuenta años, no sabía por qué tenia sentimientos de rechazo hacia su padre. Se daba cuenta de esto en el momento que se relacionaba con su mamá, ya que con ella todo era normal, pero en el momento que intentaba entablar conversaciones o cualquier otro tipo de actividad con su papá, había una especie de barrera que le impedía abrirse por completo a él.
Hasta que llegó un momento dado, en que el Espíritu Santo le guió a una escena de su vida en la que era niño, cuando a él se le había escapado una pelota de béisbol debajo de un puente, y raudamente corrió a su papá para que se la sacara de allí, pero él no quiso hacerlo sino que le prometió otra mejor y diferente, lo cual nunca hizo. Se dio cuenta, entonces, de que una raíz de amargura hacia su padre se le había formado en su corazón desde muy pequeño.
Tal vez haya murallas de separación entre tu persona y tus padres, esposo, esposa, hijo, hija etc. Y  has intentado volver a tratar a esa persona de la misma forma que antes pero, todos tus intentos han sido en vano; sin embargo, puede ser que lo que te haga falta es perdonar de todo corazón a aquel que tanto daño te hizo en tu vida.
Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Mateo 18:21-22
Si hay algo difícil de hacer es perdonar. Nunca lo harás de verdad si solo lo intentas; el perdón no es un sentimiento, es una decisión que nace en la voluntad del hombre; muchas veces estamos tan apegados a recuerdos dolorosos que nos causaron otras personas, que nos imposibilitan acercarnos a ese papá, a mamá, a ser querido, esposo, esposa, y pedirle perdón, aun no siendo nosotros los que cometimos la falta; pues ya va siendo tiempo de que hagas un antes y un después en tu vida; hasta cuándo has de vivir preso de amarguras, resentimientos, odios, rencores, venganzas, todos los males que produce el no perdonar.
Si Dios te perdona todos los días lo que haces en contra de Él, quién eres tú para no perdonar a aquél que te hizo daño.
De acuerdo, puede que fuera muy doloroso el engaño, las heridas, los golpes, el abuso verbal, psicológico o físico, que te causó esa persona a la cual ni quieres que se mencione, pero la verdad es que la tienes todos los días en tu mente de manera tal, que vives creyendo que todos son iguales, que no merecen estar viviendo, pero cuantas más vueltas le des a tu pasado menos espacio le estarás dando a Dios para el futuro que Él tiene para ti. Lo que Jesús quiso decir en esta Su palabra, es que tienes que perdonar cuantas veces te hagan mal.
Quizá estás esperando a que los demás se acerquen a ti a pedirte perdón por aquello que te hicieron. Pues debes saber que nunca vas a cosechar lo que nunca sembraste. Puede que hasta tengas razón en decir que no tuviste ninguna culpa en todo lo que te hizo; ¡fue ella, fue él quien me hizo mal a mí y aparte de ello, Dios me dice que tengo que humillarme y perdonarle!, ¡pues que lo haga otro, que yo no quiero saber nada! Si esa es tu actitud, lamentablemente nunca vas a salir de la amargura y resentimientos en contra de los demás.
Llegó un momento en mi vida, en el que como joven, me tuve que acercar a mis papás a perdonarlos por todo lo que me hicieron aún sabiendo que yo no tenía nada que ver. Pero algo sí tenia claro, y es que si ellos hubieran sabido la magnitud del dolor que me estaban causando, no lo hubieran hecho; de una forma u otra, les pedí perdón por toda la rebeldía, desobediencia y malas actitudes que tuve hacia ellos.
Puede ser hoy el día en el que esa muralla que sientes entre tú y tu padre, tu madre, tu esposo, esposa, hijos, hermanos, pastores o líderes, se caiga en el Nombre de Jesús, y eso va a ser por el poder del perdón. Si hasta este día vivías preso de amarguras, recuerdos, odios en contra de otras personas, oremos juntos a Dios.
Padre Nuestro que estás en los Cielos, en este momento me rindo a ti y te pido perdón por haber arrinconado dentro de mí, odios y sentimientos dañinos. Ahora te pido que Tú derrames fuerzas, amor, compasión y sensibilidad en mi corazón para PERDONAR a aquellos que tanto daño me hicieron en algún momento de mi vida; YO DECIDO PERDONAR en el Nombre de Jesús, a todos; y gracias te doy, porque las murallas que me separaban de esas personas se caen por el poder del PERDÓN en el nombre Poderoso de Jesús. Amén.
Si hiciste esta oración de todo corazón; ahora ve y ponlo por obra, acércate a quienes debes hacerlo y diles "te perdono en el Nombre de Jesús", y de igual manera, si tienes que pedir perdón hazlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario