“No os aflijáis por nada, sino presentadlo todo a Dios en oración. Pedidle, y también dadle gracias. Así Dios os dará su paz, que es más grande que todo cuanto el hombre puede comprender; y esa paz guardará vuestro corazón y vuestros pensamientos, porque estáis unidos a Cristo Jesús.”
Filipenses 4:6-7
Un recién divorciado me dice: -Aquí estoy con mi vida vacía, todo en lo que puse mi empeño, esfuerzo, dinero, sentimientos, tiempo, todo se terminó con la simple firma de un papel. Ahora estoy solo y sin idea de cómo reiniciar mi vida.
Es triste esta situación, y miles de personas sufren hoy el dolor de la separación, un “hasta que la muerte los separe” que no se hizo realidad, una promesa de amor que no se cumplió.
Los amigos juegan un papel muy importante para las personas que están pasando por una rotura sentimental; pero no siempre se cuenta con los amigos correctos. Ir a tomar unos vasos, bailar, hacer fiestas parecen ser el antídoto perfecto para sosegar la pérdida; pero en el silencio de la noche, cuando solo te acompaña la soledad,... te das cuenta que te sientes mal.
Por esto es importante que te aferres a un amigo que te sepa aconsejar, que te brinde el apoyo adecuado y el ánimo que necesitas. Ese amigo es Jesús. Antes de partir Él prometió: -…yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
En ocasiones, nos aferramos a personas que han sufrido la misma dificultad que estamos pasando; sin embargo, hay que determinar cómo esas personas superaron la situación, si es que la superaron y qué tipo de solución nos ofrecen.
El verso anterior nos motiva a ir delante de Dios en toda oración; y observe bien que dice “sean conocidas vuestras peticiones”, lo que nos indica que debemos entablar una verdadera conversación con nuestro Señor. Busque la intimidad, siéntese y hable detalladamente con Él. Cuéntele lo frustrado que se siente porque aquello no funcionó como usted lo estaba esperando, dígale lo decepcionado que está porque puso todo su empeño y aun así no lo logró. Dígale cómo se siente por las heridas que “esa otra persona” le provocó en el proceso.
No se guarde ni un solo detalle, desahogue su alma y se sorprenderá del impacto positivo que esta acción tendrá en su vida. Recuerde que Jesús es su fiel amigo, Él se sentará a escucharle sin importar la hora o lo larga de su conversación.
Manténgase unido a Cristo en medio de sus tribulaciones; sin importar lo altas que sean las oleadas, Él dará paz y sanará las heridas de su corazón.
Vaya confiadamente al trono de Dios, traiga su maleta de pesares y ese baúl de sueños rotos, y escuche las palabras que Dios tiene para usted: -“No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa”. Isaías 41:10
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