Juan dio testimonio de Él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. Y de su plenitud tomamos todos, y gracia por gracia. Porque la ley por Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer… (Juan 1:15-18 RVG)
Juan el Bautista es presentado como un testigo verdadero y fiel. Es legítimo por su llamamiento, no ha entrado al ministerio por la ventana sino que ha respondido a un llamamiento santo, llamamiento que, incluso, le costará la vida. Es auténtico también por el contenido de su mensaje. Se aprecian en su comportamiento, las marcas de la guía del Espíritu Santo.
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. (Juan 14:26 RVG)
Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Y vosotros también daréis testimonio, porque habéis estado conmigo desde el principio.
(Juan 15:26-27 RVG)
El trabajo del Espíritu Santo es iluminar el camino a Jesús y mostrarle, de modo que el hombre pueda finalmente reconocer a su Señor. El Espíritu Santo apunta al Salvador. La tarea evangelizadora consiste en eso mismo, en dirigirnos hacia el Salvador, mostrarle. Cuando la iglesia es guiada por el Espíritu Santo realiza esta misma tarea. De ahí la importancia del mensaje registrado en Hechos 1:8
…pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo; y me seréis testigos, a la vez, en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
(Hch 1:8 RVG)
Esto mismo es observable en el comportamiento de Juan el Bautista. Dice la Escritura que dio testimonio de Él y clamó diciendo: Éste es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo (verso 15). Es decir, está refiriéndose al Señor. Está diciendo que no se distraigan mirando la fama que he recibido (porque Juan era un predicador famoso), no se distraigan viendo este auditorio ni este río donde bautizo. Porque no es el río el secreto que he venido a anunciar; no es una fórmula de éxito ministerial la que he venido a anunciar; no es el ritual el que he venido a enseñar… sino que es este hombre… que no les engañe su apariencia humilde, que no les engañe el hecho de que no tenga un título de universidad reconocida, que no les engañe su acento galileo ni su juventud… porque: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo…
Cronológicamente hablando, Juan el Bautista era mayor que Jesús por un poco de tiempo. Su declaración se entiende en el contexto de algo mucho más grande. Su declaración está apuntando hacia Jesucristo para que podamos ver, más allá de esa humilde apariencia suya, el principio de todas las cosas: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. (Juan 1:1 RVG)
En la comprensión de esta verdad impresionante y grandiosa, comienzan a perfilarse las implicaciones de la salvación anunciada. Esto forma parte de la esencia de la fe cristiana de todos los tiempos y un énfasis particular de la Reforma, que entiende los fundamentos de la totalidad de la fe cristiana de la siguiente manera:
“Solo por medio de la Escritura”
“Solo por la fe”
“Solo por la gracia”
“Solo por Cristo”
“Solo para la gloria de Dios”
Era vital para Juan el Bautista, y es vital para todo creyente, apuntar hacia Jesús, debido a que su preeminencia y gloria suprema es la clave de todas las cosas. La implicación es esta: Cristo es suficiente.
La vida cristiana no consiste en hacerse seguidor de un hombre, aunque este fuera tan íntegro como Juan el Bautista, aunque tuviera un llamamiento tan claro. La vida cristiana consiste en la completa saciedad proveniente del encuentro transformador con Jesucristo. Por eso Juan dirá: “Y de su plenitud, nosotros todos recibimos Gracia sobre Gracia” (verso 16).
¿Qué puede significar esto?
La Biblia Latinoamericana traduce: gracia sobre gracia.
Una primera manera de entender la cláusula “gracia sobre gracia” estaría en la naturaleza de la experiencia cristiana misma, entendida como la vivencia de la continua satisfacción en los dones que provienen del supremo don que es Cristo:
Los creyentes, miembros de la iglesia, (todos nosotros), conocen todas las riquezas de Cristo por los dones que han recibido en su plenitud. Esta última palabra vuelve a llevar el pensamiento a la del verso 14, llena de gracia y de verdad (…) El evangelista llama la atención sobre el hecho mismo que expresa el verbo: hemos tomado de esa fuente inagotable. En la continuación de la frase, introducida por “y” precisa los dones recibidos: “gracias (sic) por gracia”, una gracia, siguiendo siempre a otra y ésta a la gracia precedente, una sucesión ininterrumpida de gracias que emanan de la inagotable plenitud de la Palabra hecha carne”.
Bonnet y Schroeder, estudiosos de la Biblia, llaman la atención en este punto sustancial de la experiencia cristiana. Por ejemplo, citan al apóstol Pablo en Romanos:
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado.
(Rom 5:1-5 RVG)
De igual manera, en Efesios el apóstol describe la experiencia cristiana como un recibir de gracia sobre gracia:
…para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; que habite Cristo por la fe en vuestros corazones; para que, arraigados y fundados en amor, podáis comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura; y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento; para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
(Efesios 3:16-19 RVG)
Una segunda manera de entender la cláusula “gracia sobre gracia”, no contradictoria la primera, es su significación o implicación nada escatológica. Es decir, en relación a los propósitos o planes últimos de Dios. Según los profetas del Antiguo Testamento, al fin de los tiempos el Señor mostraría su Gracia con una plenitud suprema.
Y yo os tomaré de las naciones, y os reuniré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. Y rociaré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis mandamientos, y guardéis mis decretos y los pongáis por obra. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres; y vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.
(Ezequiel 36:24-28 RVG)
Es decir, sobre la Gracia manifestada en la Ley del Señor, dada a través de Moisés, estaba la superabundante Gracia y la verdad que han venido por Jesucristo. Si bien, es cierto que Moisés fue el profeta preeminente del Antiguo Testamento, también es cierto que nunca había visto a Dios del mismo modo en que Jesús le había conocido, y solamente a través de Él, ahora podía llegar a tener una verdadera comunión con el Padre.
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