lunes, 18 de agosto de 2014

A veces es bueno llorar

SALMOS 6:6-7 “Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas. Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis angustiadores.” 
Muchas personas en estado depresivo llegan a un punto en el que “estallan” en llanto. Antes, de alguna manera, se las arreglaron para mantener su tristeza en secreto. Pero poco a poco, fueron acumulando dolor por la aflicción por la que han estado pasando, prefiriendo sufrir a solas.
Para muchos cristianos la aflicción representa un verdadero problema. Cuando sienten el profundo dolor de alguna pérdida, a menudo lo ocultan creyendo que deben demostrar alegría externamente, independientemente de lo que haya sucedido. Pero no es esto lo que nos enseña la Biblia. 
crying
Cuando Pablo escribió a los filipenses exhortándolos a “regocijarse siempre”, se encontraba preso y a la espera de una muerte casi segura. Pensar que pronto estaría con su Señor era, para él, motivo de gozo, aunque en aquel momento estuviese pasando por muchos sufrimientos. Por eso, en su carta animó a los filipenses a que se regocijaran pensando en la vida venidera. 
Para los cristianos debe ser motivo de gozo saber que los sufrimientos de esta vida son transitorios y que nos espera toda una eternidad, en la que disfrutaremos de la paz y el gozo de DIOS. Pero esto no quiere decir que mientras llega ese momento, no vayamos a sufrir y a llorar a veces. DIOS nunca nos pide que ignoremos el dolor que hay en nuestros corazones. Su Palabra nos exhorta a “llorar con los que lloran”, así como también a “gozarnos con los que se gozan.” Debemos amarnos y apoyarnos unos a otros mientras pasamos juntos por el proceso de la aflicción, de la misma forma que nos gozamos juntos en los momentos de felicidad. 
En el versículo anterior, parte del Salmo 6, David, estando muy enfermo y asediado por sus enemigos, derrama su dolor y su tristeza cuando dice: “Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho…” Pero al final declara la razón de su esperanza y el fin de sus aflicciones: “Ustedes los malvados: ¡apártense de mí, que el Señor ha escuchado mis lamentos! El Señor ha atendido mis ruegos y ha aceptado mis oraciones.” 
Llorar ocasionalmente, puede ser beneficioso. El llanto permite el desahogo de sentimientos que, de acumularse, pueden llegar a afectarnos psicológica y emocionalmente. Claro está que no debemos dejarnos dominar por el llanto y la tristeza, sino ser conscientes de que, aunque llorar es algo natural en esta vida, tenemos un Padre amoroso en el cual podemos apoyarnos y del cual vamos a obtener siempre, el oportuno socorro y la solución de aquello que nos hace sufrir. 
No temas llorar si estás pasando por momentos de aflicción; no hay nada de malo en eso. Pero no olvides que el Señor está muy atento a tus problemas y que anhela abrazarte y llorar junto a ti, consolarte y asegurarte que nada ni nadie podrá evitar que disfrutes de la victoria que ÉL obtuvo para ti en el Calvario.
Aférrate a esta verdad y deposita tu confianza en tu Padre Celestial, con la seguridad de que “a los que aman a DIOS, todas las cosas les ayudan a bien”, como declara Romanos 8:28. 
Gracias, mi Padre amado por la seguridad que tu Palabra me hace sentir, de que en medio de mi aflicción se mueve tu Santo Espíritu para consolarme, fortalecerme y llenar de gozo mi corazón. Te alabo y te exalto. En el nombre de Jesús, amén.

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