martes, 12 de agosto de 2014

En la Vida nada sucede porque sí

Un día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar sus estudios, vio que solo le quedaba una simple moneda de diez céntimos y tenía hambre.
Decidió que pediría comida en la próxima casa. Sin embargo, los nervios lo traicionaron cuando una encantadora joven le abrió la puerta.
En vez de comida le pidió un vaso de agua. Ella pensó que el joven tendría hambre y le dio un gran vaso de leche. Bebió despacio y después le preguntó: 
-Cuánto le debo? 
-No me debes nada – respondió ella. Y continuó: 
– Mi madre nos enseñó a no aceptar ningún pago por caridad. 
Él dijo: -Pues te lo agradezco de todo corazón.
Cuando Howard Kelly salió de aquella casa, no sólo se sintió más fuerte físicamente, sino que también su fe en Dios y en los hombres fue más fuerte. Estaba resignado a rendirse y dejar todo y...
Años después, esa joven mujer enfermó gravemente. Los médicos de su pueblo estaban confundidos. Finalmente la enviaron a la ciudad más cercana, donde llamaron a un especialista para estudiar su extraña enfermedad. Llamaron al Dr.Howard Kelly.
Cuando escuchó el nombre del pueblo de donde ella era, una extraña luz llenó sus ojos. Inmediatamente, vestido con su bata de médico, fue a ver a la paciente. En seguida reconoció a aquella mujer y determinó hacer lo mejor para salvar su vida. Dedicó una atención especial a aquella paciente, y después de una gran lucha por la vida de la enferma, se ganó la batalla.
El Dr. Kelly pidió a la administración del hospital que le enviara la factura total de los gastos. Él la pagó, después escribió algo y mandó que se lo entregaran a la paciente.
Ella tenía miedo de abrir el papel, porque sabía que el resto de su vida lo emplearía en pagar todos los gastos. Cuando sacó la factura, algo le llamó la atención; decía lo siguiente: “Totalmente pagado hace muchos años con un vaso de leche: Dr.Howard Kelly.”
Lágrimas de alegría y agradecimiento corrieron por los ojos de la mujer y, feliz en su corazón, rezó: “Gracias Dios, porque tu amor se manifiesta en las manos y en los corazones humanos.”

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