¿Se le hace a usted
difícil oír la voz de Dios? ¿Se encuentra atrapado en alguna situación confusa
y necesita consejo, y sin embargo, después de orar y de leer la Palabra aún no
está seguro de lo que Dios quiere que haga?
Yo tuve esa experiencia. Conocía la Palabra escrita de Dios y ponerla en práctica cambió mi vida. Pero cuando se trataba de decisiones para las cuales no había una respuesta directa en la Palabra, no estaba seguro de qué hacer. Por ejemplo, decisiones como a qué ciudad trasladarse, y otras cosas por el estilo. Lo que me daba fuerzas era el reconocimiento de que estaba haciendo lo correcto. La Palabra escrita de Dios y el testimonio (conocimiento) interno son dos cosas diferentes, nunca se contradicen si nuestro testimonio es correcto, y ambas son parte vital en nuestro andar con Dios.
Por ejemplo, Dios esperaba que el pueblo de Israel obedeciera su Palabra escrita. Pero también les dijo: "Obedeced mi voz" (Jeremías 7:23), porque quería que conocieran su voluntad en situaciones específicas. Eso sucedió cuando Israel conquistó Jericó: el pueblo obedeció la voz de Dios. De otra manera, ¿de dónde más hubieran sacado ese extraño plan de batalla? No estaba escrito en la ley de Moisés y a nadie se le habría ocurrido, que marchar siete días alrededor de la ciudad sería una gran estrategia militar.
Pero, ¿cómo nos habla Dios? ¿Nos grita desde el cielo? Romanos 8 dice que el Espíritu Santo da
testimonio a nuestro espíritu. Esto significa que las instrucciones de Dios nos
vienen de adentro, no nos vienen de afuera. A veces, cuando sienta oír la voz
de Dios, usted puede que diga: "Señor ¿soy yo o eres Tú?" Esto se
debe a que Dios por lo general, no pone de forma directa pensamientos en su
mente sino que habla a su espíritu, y este convierte la voz de Dios en
pensamientos.Yo tuve esa experiencia. Conocía la Palabra escrita de Dios y ponerla en práctica cambió mi vida. Pero cuando se trataba de decisiones para las cuales no había una respuesta directa en la Palabra, no estaba seguro de qué hacer. Por ejemplo, decisiones como a qué ciudad trasladarse, y otras cosas por el estilo. Lo que me daba fuerzas era el reconocimiento de que estaba haciendo lo correcto. La Palabra escrita de Dios y el testimonio (conocimiento) interno son dos cosas diferentes, nunca se contradicen si nuestro testimonio es correcto, y ambas son parte vital en nuestro andar con Dios.
Por ejemplo, Dios esperaba que el pueblo de Israel obedeciera su Palabra escrita. Pero también les dijo: "Obedeced mi voz" (Jeremías 7:23), porque quería que conocieran su voluntad en situaciones específicas. Eso sucedió cuando Israel conquistó Jericó: el pueblo obedeció la voz de Dios. De otra manera, ¿de dónde más hubieran sacado ese extraño plan de batalla? No estaba escrito en la ley de Moisés y a nadie se le habría ocurrido, que marchar siete días alrededor de la ciudad sería una gran estrategia militar.
Empiece hoy a prestar
atención al testimonio, al conocimiento, al consejo y a la voz apacible que
siente dentro de usted. Si parece que es su voz, no se sorprenda, es Su voz: su espíritu está siendo aconsejado por el Espíritu de Dios. Cuando usted
nació de nuevo, su espíritu se convirtió en un consejero seguro porque renació
del Espíritu de Dios. Dios le impartió a usted su naturaleza y el Espíritu
Santo vino a vivir en su espíritu para enseñarle y guiarle en la vida.
Romanos 8:16: El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
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