miércoles, 16 de julio de 2014

Las cosas que me han sucedido...

Filipenses 1: 12-14 Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor.
Pablo se enfrentó a situaciones muy duras, en su vida de servicio al Señor. A veces las circunstancias difíciles hacen caer y vencen a las personas, pero hay otras personas que son maduras y manejan bien las cosas que les suceden. Pablo aprendió a vivir por encima de las circunstancias difíciles, aprendió a mantener un testimonio vivo por Cristo. Él testificaba del evangelio, sin importar las circunstancias que pudiera estar pasando.
Pablo estaba preso, pero en esta situación nada agradable, él tiene una actitud de regocijo y gratitud a Dios, porque las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. Pablo estaba preso, esperando ser juzgado no por ser un delincuente o un agitador social, sino por la causa de Cristo. Todo esto estaba dando resultados alentadores: el progreso del evangelio.

Pablo en su situación, no se quejaba, no cuestionaba a Dios, no abandonó su fe en el Señor. Como un embajador encadenado, usó esta circunstancia para difundir el evangelio. Cada día, durante dos años, tenía cerca a soldados que lo vigilaban y aprovechó las oportunidades, para difundir el mensaje del evangelio a la guardia del palacio (estos soldados se encargaban de cuidar la seguridad del emperador y los gobernadores), y también daba a conocer el evangelio a todos las demás personas con las que tenía contacto. Todos sabían que Pablo estaba preso por causa de Cristo. Así el evangelio era difundido. ¡Qué gozo!, el evangelio no está preso, el evangelio está siendo difundido y trayendo salvación.
Así mismo, la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor. El testimonio de Pablo causó un fuerte impacto, alentó a los creyentes de forma que los hermanos, confiados en el Señor,  anunciaban sin temor la palabra de Dios.

¿Cómo es posible que la prisión y el sufrimiento sean fuentes de ánimo para la predicación del evangelio? Esto es posible en Cristo. El Señor cambia la perspectiva de las cosas cuando hay una relación con Él. Hay que tener un servicio fructífero en el Señor a pesar de las circunstancias. No hay que dejar que las circunstancias, por muy malas que sean, terminen anulando al creyente. El cristiano pasa por encima de las circunstancias testificando de Cristo. Esto alienta a los demás creyentes a dar a conocer el evangelio. Hay que usar nuestras circunstancias para alentar, en el Señor, a los demás.

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