viernes, 18 de julio de 2014

¿Hablaste hoy con Él?

Ahora es el momento oportuno: ¡busquen a Dios!; ¡llámenlo ahora que está cerca! Arrepiéntanse, porque Dios está siempre dispuesto a perdonar; él tiene compasión de ustedes. Isaías 55:6-7 (TLA)
Orar es hablar con Dios, es la manera en la que nos comunicamos con nuestro Padre y Creador. No se trata de repetir determinadas palabras aprendidas, sino de expresar todo lo que sentimos y compartir con Dios todo lo que tenemos guardado en nuestro interior; dicho de otro modo, es poner al descubierto nuestro corazón delante de Él.
Nuestra vida debe convertirse en una vida de oración. Por esto debemos desear tener tiempos con Dios, diarios y constantes. Los tiempos personales y grupales de oración se complementan, no se reemplazan los unos por los otros.
Cuando Jesús estuvo físicamente en la tierra, su prioridad siempre fue pasar tiempo a solas con su Padre. Aunque Jesucristo era completamente Dios, también era completamente humano. Se vio sometido a una vida de impresionantes presiones y de continuas persecuciones. Al llevar a cabo su ministerio, tuvo que enfrentarse con una creciente oposición, continuamente acosado e incluso teniendo hambre y sed. Pero para poder manejar todo esto Jesús se apartaba a orar. Se retiraba a solas, para buscar a su Padre y tener comunión con Él.
En Mateo 26:39-46 la biblia nos relata lo siguiente:
Cuando Jesús llegó a Getsemaní con sus discípulos, les dijo: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.
Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo.
Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.
Vino luego a sus discípulos y los halló durmiendo y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.
Y dejándolos, se fue de nuevo y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.
Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya y descansad. He aquí ha llegado la hora y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega.
Este pasaje nos deja dos lecciones muy importantes:
-La primera, es que cada vez que tengamos que tomar decisiones importantes en nuestras vidas, sigamos el ejemplo de Jesús, porque solo de esa forma lograremos la victoria sobre cualquier prueba que estemos atravesando.
-La segunda, es que Dios nos manda velar y orar para que no entremos en tentación. Solo obedeciendo las instrucciones del Maestro podremos vencer al pecado.
Puede que se te haga difícil apartar un tiempo para estar a solas con nuestro Padre Celestial, pero recuerda que Él desea y espera estar contigo las 24 horas del día. ¡No lo dejes esperando! porque el/la más beneficiado/a serás tú. No se trata de ser religiosos, sino de tener una relación personal e íntima con Él todos los días.
“La oración nos llama, tira de la soga desde abajo, y la gran campana suena arriba en los oídos de Dios”. Algunos, difícilmente hacen sonar la campana porque oran con desánimo; otros sólo dan un tirón ocasional a la soga. Pero el que se comunica con el cielo es el hombre y la mujer que toma la soga vigorosamente y tira continuamente de ella con todas sus fuerzas”.
La manera más efectiva para comunicarnos con Dios es a través de la oración. Esta es uno de sus formas: Jeremías 33:3 “Llámame y te responderé. Te haré conocer cosas maravillosas y misteriosas que nunca has conocido”.
¡Dios no debe ser nuestro último recurso, sino el primero y el único!

No hay comentarios:

Publicar un comentario