martes, 1 de julio de 2014

El Señor llama a tu puerta

Un pintor había preparado una interesante exposición. El día de la inauguración la sala estuvo llena; asistieron autoridades, fotógrafos, periodistas, artistas, críticos y muchos invitados más. Era obvio: el expositor era un famoso y reconocido artista.

Todos los concurrentes estaban admirados observando las obras del expositor, pero indudablemente, el cuadro que más llamó la atención fue uno donde aparecía la figura de Jesús en actitud de tocar la puerta de una casa. Concretamente, la pintura mostraba al Maestro con el oído cercano a la puerta, como intentando obtener alguna respuesta de parte de quien estuviera dentro.

jesus llamadddEn eso, un crítico de arte se acercó al artista y le dijo: “¡Maestro, acabo de descubrir un error garrafal en su cuadro, pues la puerta que usted ha pintado, y que está tocando Jesucristo, no tiene cerradura!… De ahí que, si aplicamos la lógica, la pregunta que me surge es: Si la puerta no tiene cerradura ¿cómo  haría Jesús para  abrirla, o para entrar?”
El pintor, con mucha calma, tomó su Biblia; la abrió y la empezó a hojear, hasta que se detuvo en una de sus páginas, leyendo en voz alta lo siguiente: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”
Terminada la lectura, el artista plástico le dijo al crítico: “¿Comprende ahora?… esto que he pintado representa no una puerta común y corriente, sino la puerta del corazón del hombre. Y una característica de esa puerta es que no tiene cerradura por fuera; solo se abre por dentro.

Queridos amigos: Quién sabe si el  Señor estuvo o está tocando la puerta de tu corazón. Sin embargo, respetuoso como es, no entrará mientras tú desde dentro, no decidas abrirle.
Así es que, anímate; toma la decisión de tu vida abriéndole la puerta e invitándolo a pasar para quedarse, no solo por un tiempo como una visita más, sino para siempre, como dueño exclusivo de tu corazón.

 “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” (Apocalipsis 3:20)


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