martes, 1 de julio de 2014

Dios ha creado ...ministerios únicos (1)

Al crearnos, Dios nos hizo únicos, no existe otra persona como nosotros. Él nos hizo y rompió el molde; Dios no hace clones. De la misma forma, Dios ha hecho ministerios únicos. Él hizo un solo Billy Graham, un solo Charles Spurgeon, un solo Jack Hayford. Si hubiese necesitado alguien más, lo hubiera hecho. Sin embargo, se puede encontrar a lo largo de la historia de la Iglesia, una proliferación de ministerios que son una burda y borrosa fotocopia de los ministerios únicos que Dios ha creado. Esto distorsiona lo que Él hizo en la vida de cada uno. 
Es normal encontrar hoy ministros que practican exclusivamente la música, que hablan como algún líder o pretenden ministrar como él; o predicadores intentando ponerse en la piel de alguien muy reconocido y que no les corresponde ser ellos, produciendo frustración en sus propias vidas y desencanto en la congregación a la que ministran. David dijo: “No Rey..., yo no puedo andar con esto. Esto fue hecho para usted..., a mí déjeme ser David”. O sea, cada ministro necesita encontrar el ministerio que Dios le dio de forma personal y no caer nunca en la tendencia a ser extraño en sí mismo, por querer hacer lo que otro hace. 
Dios es original; en su originalidad sobresale la creatividad. Es la gloria de Dios puesta en cada ser humano, la que termina exaltándolo a Él. Como el pintor combina sus colores, de la misma manera, el Creador combina su multiforme y multicolor gracia en cada uno de nosotros para revelar su gloria.

Cuando Dios llamó a Josué para conducir al pueblo de Israel, le dijo estas palabras: Sucedió después de la muerte de Moisés, siervo del Señor, que el Señor habló a Josué, hijo de Nun, y ayudante de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora pues, levántate, cruza este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel Josué 1:1-3. Dios le dijo a Josué: “Mi siervo Moisés ha muerto”, en otras palabras, “terminó un líder y te he levantado a ti, Josué, para ser el líder de hoy”. Dios no llamó a Josué para ser una prolongación de Moisés, sino para que fuese Josué y, de hecho, lo trató como a un líder diferente. Quien no entienda que Dios lo hizo, lo llamó y lo formó como un líder único, detendrá la transición del Espíritu.

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