martes, 17 de junio de 2014

¿Lo dejarías todo?

Por eso, piénsenlo bien. Si quieren ser mis discípulos, tendrán que abandonar todo lo que tienen. Lucas 14:33 (TLA)
Mientras Jesús iba de camino, un hombre llegó corriendo, se arrodilló delante de él y le preguntó: -Maestro bueno, dime, ¿qué debo hacer para tener vida eterna?
Jesús le contestó: -¿Por qué dices que soy bueno? Sólo Dios es bueno. Tú conoces bien los mandamientos: No mates, no seas infiel en tu matrimonio, no robes, no mientas para hacerle daño a otra persona, no hagas trampas, obedece y cuida a tu padre y a tu madre.
El hombre le dijo: -Maestro, todos esos mandamientos los he obedecido desde que era niño.
Jesús lo miró con amor y le dijo: -Sólo te falta hacer una cosa. Ve y vende todo lo que tienes, y reparte ese dinero entre los pobres. Así, Dios te dará un gran premio en el cielo. Después de eso, ven y conviértete en uno de mis seguidores.
Al oír esto, el hombre se puso muy triste y se fue desanimado, porque tenía muchas posesiones.
Jesús miró a su alrededor y dijo a sus discípulos: -Les aseguro que quien haya dejado algo por seguirme y por anunciar las buenas noticias, recibirá su premio. Si dejó a sus hermanos o hermanas, a su padre o a su madre, a sus hijos, su casa o algún terreno, recibirá en esta vida cien veces más casas, terrenos y familiares, aunque también será maltratado por sus enemigos. Y cuando muera, vivirá con Dios para siempre.
“Si alguno de ustedes quiere ser mi discípulo, tendrá que amarme más que a su padre o a su madre, más que a su esposa o a sus hijos, y más que a sus hermanos o a sus hermanas. Ustedes no pueden seguirme, a menos que me amen más que a su propia vida. Si ustedes no están dispuestos a morir en una cruz, y a hacer lo que yo les diga, no pueden ser mis discípulos”. Lucas 14:26-27 (TLA)
Al tomar la decisión de seguir a Jesús, debo ser consciente de que mi vida no será la misma; porque a pesar de que los problemas continúen, ahora sé que no estoy solo(a), pues Dios está conmigo y me dejó al Espíritu Santo para que sea mi Consolador, mi intercesor, mi santificador y mi fiel amigo. Cada día debo anhelar y esforzarme por conocerle más, debo ser más sensible a su voz y obedecerle; porque sólo si aprendo a vivir de esa manera, podré agradar a Dios con mis acciones y recibir cada una de las bendiciones que Él preparó para mí.
Desde hoy tú también puedes dejarte guiar por el Espíritu Santo, porque caminar diariamente con Él, no sólo le da sentido a tu vida, sino que la enriquece.
Y yo le pediré a Dios el Padre que les envíe al Espíritu Santo, para que siempre los ayude y siempre esté con ustedes. Él les enseñará lo que es la verdad. Juan 14:16-17 (TLA)

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