143:6 Extendí mis manos a ti, Mi alma a ti como la tierra sedienta.
143:7 Respóndeme pronto, oh Jehová, porque desmaya mi espíritu; No escondas de mí tu rostro, No venga yo a ser semejante a los que descienden a la sepultura.
143:8 Hazme oír por la mañana tu misericordia, Porque en ti he confiado; Hazme saber el camino por donde ande, Porque a ti he elevado mi alma.
143:9 Líbrame de mis enemigos, oh Jehová; En ti me refugio.
143:10 Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.
143:11 Por tu nombre, oh Jehová, me vivificarás; Por tu justicia sacarás mi alma de angustia.
143:12 Y por tu misericordia disiparás a mis enemigos, Y destruirás a todos los adversarios de mi alma, porque yo soy tu siervo.
Salmo 143.5-12
¿En qué piensa usted cuando se despierta? ¿Se enfocan sus pensamientos en el día que tiene por delante o se centran en el Señor? Aunque la mayoría de nosotros tiene una vida ocupada, que consume gran parte de nuestra atención y nuestro tiempo, lo más importante y lo que nos ahorra más tiempo en el día, es el tiempo que pasamos a solas con Dios, porque hay cosas que no nos sirven para nada.
Sin embargo, muchos creyentes viven tan apresurados, que no creen que haya tiempo para el Señor. Vuelven de inmediato al trasiego de la vida, y después se preguntan por qué están frustrados, confundidos e insatisfechos. Su deseo es obedecer a Dios, pero no se han detenido a recibir sus instrucciones. También hay una falta de conexión, porque han hecho caso omiso a su relación con Él. Nadie puede tener intimidad con Cristo sin una comunicación diaria con Él.
Puede que el problema esté en nuestra lógica humana. Creemos que pasar tiempo leyendo la Biblia cada mañana, nos quitará tiempo y productividad. Sin embargo, cuando buscamos la dirección y la sabiduría de Cristo para el día, y le invitamos a tener el control de nuestra vida, Él logrará más para nosotros, más que lo que podemos hacer por nosotros mismos. Él nos dará la sabiduría para tomar buenas decisiones, aumentar nuestras fuerzas y energías, y liberarnos de la ansiedad que consume nuestro tiempo.
¿Está usted demasiado ocupado para el Señor? Si es así, se está negando a sí mismo la bendición de tener una relación íntima con Cristo. Si aparta tiempo para Él, recibirá paz y gozo, guiará sus decisiones, le dará sabiduría y poder para obedecer, le volverá más productivo, y le consolará con su amor.
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