Llegar a casa y recibir el abrazo del hombre o la mujer que uno ama, reduce la presión arterial causada, por ejemplo, por una jornada laboral estresante, señalan los estudios.
La investigación realizada por la Universidad de Toronto y dada a conocer durante una reunión de la Asociación Estadounidense del Corazón, estudió a 216 hombres y mujeres a lo largo de un año.
Todos tenían entre 40 y 65 años, y habían estado viviendo en pareja durante los últimos seis meses. Al comienzo del estudio, se monitoreó la presión sanguínea de los participantes a lo largo de 24 horas, durante un día laboral.
También se estudió el nivel de estrés que cada uno afrontaba en su trabajo. Y a través de otra prueba, se evaluó la “cohesión marital” de los mismos.
El estudio encontró que aquellos que tenían trabajos exigentes, pero también tenían una adecuada relación conyugal, vieron decaer su nivel de tensión arterial. Mientras que aquellos con trabajos estresantes que no contaban con apoyo en casa, padecieron el esperado aumento de presión.
Los científicos a cargo del estudio, señalaron que estos resultados son significativos, en vista de que la presión sanguínea suele subir de forma natural con el paso de los años.
La Biblia siempre tiene la razón y habla continuamente de la importancia de amar. El amor tiene efecto en todas las áreas de nuestra vida. Muchos males que hoy aquejan a la humanidad están enraizados en la amargura, el odio y el resentimiento. Los científicos a cargo del estudio, señalaron que estos resultados son significativos, en vista de que la presión sanguínea suele subir de forma natural con el paso de los años.
Sin embargo, el amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. I Cor 13:4-8
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