martes, 27 de mayo de 2014

Río Congelado - Reflexiones

Un viajero muy cansado llegó a la orilla de un río y se percató de que no había un puente por el que se pudiera cruzar. Era invierno y la superficie del río se hallaba congelada. Oscurecía y deseaba llegar pronto al pueblo que se encontraba a poca distancia del río, mientras hubiera suficiente luz para distinguir el camino.
Se preguntó si el hielo sería lo suficientemente fuerte para soportar su peso. Como viajaba solo y no había nadie más en los alrededores, una fractura o una caída en el río congelado significaría la muerte, pero, por contra, pasar la noche en ese hostil paraje representaba también el peligro de morir por hipotermia.
Por fin, después de muchos titubeos y miedos, se arrodilló y comenzó, muy cauteloso, a arrastrase por encima del hielo. Pensaba que, al distribuir el peso de su cuerpo sobre una mayor superficie, sería menos probable que el hielo se quebrara bajo su peso. Después de haber recorrido la mitad del trayecto de esta forma lenta y dolorosa, de improviso, escuchó el sonido de una canción detrás de sí.
De la oscuridad de la noche, salió un carruaje tirado por cuatro caballos, lleno de carbón y conducido por un hombre que cantaba con alegría, mientras iba totalmente despreocupado por su camino.
Allí se encontraba nuestro temeroso viajero, arrastrándose con manos y pies, mientras, a su lado, como un viento invernal, pasaba el alegre y confiado conductor con su carruaje, caballos y su pesada carga por el mismo río.
Esta historia nos ilustra cómo muchas personas pasan por las dificultades que les presenta la vida:
Unos se quedan definitivamente en la orilla de la indecisión, incapaces de decidir qué camino tomar. Otros prefieren permanecer un tiempo allí donde están, tratando de reunir el suficiente valor para llegar al otro lado del problema en que se encuentran. Y otras personas se arrastran en la vida, por temor a que las dificultades se les vuelvan adversas (se les rompa el hielo). En todos ellos, su fe no es lo bastante fuerte para sostenerles de pie en medio de la adversidad. En cambio, existen los que van silbando por el camino, totalmente tranquilos y confiados. Saben en quién tienen puesta su confianza y su fe es inquebrantable.
Mi querido hermano y amigo, cuando se te presenten por la vida ríos de adversidades, no debes temer, ni arrastrarte por la vida. Dios nos ha prometido ayuda y, con ella, podemos enfrentarnos a la dificultad y llegar con seguridad al otro lado.
“Fiel es Dios que nunca nos va a dejar ser tentados más allá de nuestras propias fuerzas. Sino que junto con la prueba, nos dará la fortaleza para poder resistir.” (1 Corintios 10:13)


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