viernes, 23 de mayo de 2014

En las manos del alfarero

Una antigua historia relata que, un día un alfarero tomó tres montoncitos de barro en sus manos y decidió hacer tres hermosas vasijas. Cogió el primero y empezó a amasarlo, pero éste comenzó a quejarse: “¡Hay!, ¡hay! , ¡Me duele!, ¡No me toques más, déjame así, ya no aguanto más el dolor!”
Al ver que el barro no quiso ser moldeado, el alfarero lo dejó, agarró el segundo y empezó a hacer lo mismo que con el anterior, mientras que éste le decía: “Aunque me duela sigue, yo sé que seré una hermosa vasija, así que ¡vamos!, moldéame. Duele pero no importa, aguantaré”. El alfarero terminó de moldearlo y cuando estaba a punto de hornearlo para que fuera más duro y resistente, la vasija no aguantó y le rogó que lo sacara, y aunque el alfarero trató de convencerlo de que aún no era el momento, atendiendo a tanta insistencia, se lo concedió.
Un poco decepcionado, tomó el tercer barrito y procedió hacer lo mismo que con los otros dos, pero este último permitió que lo moldeara. Aunque dolía, no se quejó y dejó que lo introdujera al horno, muy caliente, y esperó a que lo sacara. Este pedacito de arcilla confiaba en el alfarero, sabía que estaba atento a que todo saliera bien y no permitiría que se quemara.
El primer barrito se quedó tal como estaba, siendo un simple pedazo de arcilla. El segundo ya era una vasija, pero como no permitió que lo horneara, con el tiempo se rompió. Cuando llegó el momento exacto y el tercero se enfrió, el alfarero procedió a terminar su obra maestra y lo convirtió en una preciosa vasija.
El alfarero es Dios y la arcilla son las personas; algunos son como el primer barrito, no permiten que Dios los moldee, y cuando hay pruebas en sus vidas, se alejan de Dios pensando que estarán mejor y que sus problemas se resolverán, pero con el tiempo se dan cuenta que estaban equivocados.

Otros son como el segundo, hasta cierto punto permiten que Dios los moldee, pero cuando Él quiere cambiar algo en sus vidas, le dicen: – ¡No Señor! Ahí por favor, no se meta, sólo hasta aquí, nada más, es suficiente.
Y muy pocos son como el tercer barrito, que permiten que Dios los trabaje en todas las áreas de sus vidas, permiten que Él los ayude en tiempos difíciles porque saben que no les abandonará, que siempre estará ahí observando y cuidando su obra maestra para que ésta no caiga.
¿Cuál de los tres barritos eres tú?
Dios es nuestro alfarero y quiere que tú le permitas moldearte. No te quejes más y déjale entrar a tu vida, verás que con el tiempo te convertirás en una vasija fuerte, hermosa y valiosa.
“… ¿No puedo hacer contigo lo mismo que hizo el alfarero con el barro? De la misma manera que el barro está en manos del alfarero, así estás en mis manos”.Jeremías 18:6 NTV

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