La empresa para la que trabajaba mi papá siempre proveía de apartamentos de alquiler para sus empleados, generalmente, en edificios de varios niveles. Nosotros vivíamos en uno de esos edificios, en el 4º piso.
Sin perder ni un minuto, el sábado de esa semana hicimos la gran mudanza, estábamos muy emocionados. Al lunes siguiente, cuando mi papá volvía del trabajo y estaba a punto de entrar en casa, vio a una anciana y su viejo esposo luchando por subir una silla de ruedas por las escaleras. Quedó impresionado y conmovido.
Cuando corrió a ayudarles, dijo la señora, “No te preocupes, hijo, ya estamos acostumbrados, hemos hecho esto durante los últimos 15 años por nuestra hija con discapacidad. Dios le bendiga por su ayuda, de todos modos”.
Las palabras de aquella anciana, un tanto tristes, pero llenas de amabilidad, hicieron que mi papá sintiera una gran congoja en el corazón.
El sábado siguiente, mi mamá y papá intercambiaron el apartamento con la pareja de ancianos, y volvimos de nuevo al nivel 4 del edificio.
Todavía tengo en mi memoria, incluso ahora, cada vez que la pareja de ancianos se encontraba con mi papá en cualquier lugar. Siempre le miraban con bendiciones en sus ojos llorosos, diciendo, “¡Ángel! Siempre me decían, “Tienes un ángel por padre”. Estas palabras trajeron lágrimas de orgullo a mis ojos cada vez que brotaban de ellos … incluso ahora mismo.
Hechos 20:35 “Más bienaventurada cosa es dar que recibir”
Proverbios 14:21 “Peca el que menosprecia a su prójimo: Mas el que tiene misericordia de los pobres, es bienaventurado.
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