sábado, 10 de mayo de 2014

El Espíritu Santo está contigo siempre...

Todos los días nos enfrentamos a varias opciones: a qué decir, a dónde ir, o qué hacer. Y a medida que vamos tomando algunas decisiones, ¿vamos observando la vida desde la perspectiva de Dios y la vivimos de una forma agradable a Él?
Veamos: El Espíritu Santo es la fuente de poder de la vida cristiana.
Tal como nuestra relación con Dios depende totalmente de lo que Dios hizo, por medio de Jesucristo, así mismo el poder de la vida cristiana proviene totalmente de Dios. Para poder vivir la vida cristiana que Dios desea, debemos obtener continuamente el poder de Dios, por medio del Espíritu Santo. Pero, ¿quién o qué es el Espíritu Santo y qué es lo que hace?
Él es Dios: ”En efecto, ¿quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio espíritu que está en él? Así mismo, nadie conoce los pensamientos de Dios sino el Espíritu de Dios. Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo sino el Espíritu que procede de Dios, para que entendamos lo que por su gracia él nos ha concedido.” (1 Corintios 2:11-12)
Él vino a vivir en usted. “Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.” (Romanos 8:9)"
Él vino a convencer al mundo en cuanto al pecado y la justicia: "Y cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio” (Juan 16:8)
Él vino a enseñarle la verdad: "Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad” (Juan 16:13)
Él vino a glorificar a Cristo: Jesús dijo: ”Él me glorificará porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes.” (Juan 16:14)
Él le confirma su relación con Dios: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: “¡Abba! ¡Padre!” El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.” (Romanos 8:14-16)
Él es la fuente de las cualidades cristianas en su vida:"En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio.” (Gálatas 5:22-23a)

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