viernes, 30 de mayo de 2014

El Corazón que agrada a Dios

El crecimiento espiritual es una decisión.
La decisión de agradar a Dios es la mejor de todas, puesto que conduce a tomar muchas otras para el propio bienestar y el de quienes nos rodean. El hecho de no conformarse con lo que hemos alcanzado espiritualmente hasta este momento e ir por más, es también una grandiosa elección.

En 2 Pedro 3:18 el apóstol nos motiva a no detener nuestra marcha, sino a seguir creciendo en el conocimiento y en la gracia que nos ha enseñado Jesús. El avance en la comunión con Dios no se da simplemente por tener una actitud adecuada, también es una consecuencia de darle tiempo todos los días. ¡El Señor te tiene en cuenta y sus ojos están sobre ti! Aunque vivamos en un mundo que pretende dejar a Dios de lado, si buscamos cada día más de su presencia, entonces cosecharemos bendición en abundancia.
Así como la Palabra declara en Filipenses 1:6, ¡la obra que Cristo ha comenzado contigo, la seguirá perfeccionando hasta el fin de los tiempos!


-Sin embargo, esto no significa esperar a mañana, sino que comienza con tu decisión de hoy, ¡cuanto antes! En Éxodo 8:8-10 vemos el relato donde el Faraón, en medio de una plaga caótica de ranas, llamó a Moisés para que le ayudara. Y cuando el patriarca le preguntó cuándo quería ser libre del problema, el Faraón eligió sufrir una noche más. Sin embargo, hoy también tú tienes la opción de elegir por el cambio, o bien, postergar la bendición. No permitas que el dolor siga estando en ti, toma tu decisión y permite que el Espíritu Santo obre hoy en tu vida.

-Las buenas decisiones siempre ponen a Dios en primer lugar. 
Así también ocurrió en el caso del joven rico en Lucas 18:18-23. En aquella situación, él quería agradar al Señor pero no deseaba amarle en primer lugar, sino después de sus riquezas. Lo material tenía la prioridad en su corazón. ¿Hay cosas en tu corazón que amas más que a Dios? Es el tiempo de consagrarle todo y amarle realmente con toda nuestra vida.

-En Lucas 9:53-56 vemos una situación, en la que los discípulos más cercanos de Jesús, se enojaron frente al rechazo de unos pobladores. El Señor, en lugar de buscar venganza y reclamar respeto, decidió perdonar y recordar cuál es la prioridad para Dios: el amor por las almas.

-Si alguien te cierra la puerta y te lastima, no detengas tu camino por buscar venganza, sino sigue adelante porque ¡muchas otras puertas de mayor bendición, son las que tienes por abrir!

-La decisión de tener un buen corazón.
Más allá de las presiones y la actitud de la gente, Dios espera que cuides tu corazón. Aunque vivimos en una cultura en la que la apariencia es lo predominante para aceptar a una persona, para Dios la prioridad está en el interior.

El Rey Saúl, el primero de Israel, fue elegido por su gran estatura y su apariencia de gran guerrero y monarca. Todos le admiraban, no obstante, tenía un corazón sumamente envidioso, competitivo e inseguro. Es más, frente a la presión, eligió descartar a Dios y oficiar de sacerdote para que el pueblo no se enojara. Fue así, como el Señor le descartó a él y eligió a David en su lugar. En 1 Samuel 16:12, aunque su propia familia le había despreciado, Dios vio su buen corazón (Hechos 13:22). El Señor no se fija en lo externo y en lo que cautiva al mundo, sino que ve la integridad y las intenciones más profundas.

-Sobre todas las cosas, David amaba a Dios y a su Palabra. Era un adorador constante, y muchos de los salmos forman parte de su autoría. Él no dependía del favor del pueblo sino que se desesperaba por el amor de Dios. Esto, después, es lo que le llevó a ser el monarca más amado de Israel.

Por tanto, busquemos hoy agradar a Dios primero y luego veremos que tendremos más amor para darle a las personas. Si hemos cometido errores por enfados o malas decisiones, es tiempo de rendir cuentas y volverse a nuestro Señor. Si estás dispuesto a tomar la decisión de tener un buen corazón, verás que el Espíritu Santo es quien te ayuda a lograrlo. Así como David que, sin ser perfecto, agradaba a Dios con sus actitudes, así también podemos alcanzar su misericordia a través de la fe y la sumisión a su Palabra. ¡Este es sin duda, el corazón que agrada a Dios! 


No hay comentarios:

Publicar un comentario