miércoles, 21 de mayo de 2014

El Chocolate canta - Reflexiones

Un día tuve una cita para almorzar con unas amigas. María, una pequeña ancianita de cabello azulado, como de 80 años, se nos unió. Todas juntas, un grupo agradable. Cuando nos trajeron los menús, todas pedimos ensaladas, canapés, bocadillos y sopas, excepto María quien dijo: “Helado, por favor. Dos bolas de chocolate”.
No estaba segura de que mis oídos hubiesen oído bien y las otras quedaron sorprendidas.  “Junto con una ración de pastel de manzana”, agregó María, completamente inmutable.  Intentamos actuar con indiferencia, como si la gente pidiese esto todo el tiempo. Pero cuando nos trajeron los pedidos, no disfruté el mío. No podía quitar mis ojos de María mientras engullía su pastel. Las otras damas estaban abatidas. Comieron sus almuerzos en silencio y con el ceño fruncido.
reflexiones chocolateLa vez siguiente que salí a comer, llamé e invité a María. Almorcé carne blanca de atún. Ella ordenó una copa de helado.  Sonreí. Preguntó si ella me divertía.
Le contesté: “Sí, lo haces, pero también me confundes. ¿Cómo es que ordenas postres tan ricos, mientras yo siento que debo abstenerme?
Ella se rió y dijo con júbilo disimulado: “Estoy probando todo lo que es posible". 
Y añadió: intento comer la comida que necesito y hacer las cosas que debo. Pero la vida es tan corta, amiga, que odio perderme algo bueno. Este año me di cuenta de lo vieja que era (sonrió).  Nunca me he sentido tan vieja antes. Así que, antes de morir, tengo que probar las cosas que durante años pasé por alto. No he olido todas las flores todavía. Y aún hay muchos libros que no he leído. Todavía hay mucho más helado acaramelado que devorar y papelotes que hacer volar.
También hay muchos centros comerciales, donde no he comprado. No me he reído de todos los chistes. Me he perdido muchos éxitos de cine con patatas fritas y gaseosas. Quiero mojarme una vez más en el agua y sentir el rocío del océano en mi rostro. Quiero sentarme en una iglesia del campo y una vez más, agradecerle a Dios por Su gracia.  Quiero untar mantequilla sobre mi tostada cada mañana. Quiero llamadas de larga distancia sin límite de tiempo, de la gente que más amo.
No he llorado en todas las películas todavía o caminado en la lluvia mañanera. Necesito sentir el viento en mi cabello. Quiero enamorarme de nuevo. Así que, si escojo postre en vez de comida, si muriese esta noche, diría que morí ganadora porque no me perdí de nada, que satisfice mi corazón. Tuve un último mousse de chocolate antes de expirar”. 
Cuando dijo aquello, llamé a la camarera… “Mire, cambié de parecer”, le dije. “Quiero lo que ella pidió; ¡sólo que me le agrega un poco más de crema batida!”
Vivamos bien, amemos mucho y riamos a menudo… seamos felices.  Recordemos que la felicidad no se basa en posesiones, poder o prestigio, sino en las relaciones con la gente que amamos y respetamos. Recordemos que mientras el dinero habla, ¡el chocolate canta!
Demasiada gente vive posponiendo disfrutar de la vida por diversos motivos. A veces, pensamos que de alguna manera, tenemos control sobre la longitud de nuestra travesía por este mundo… y queremos estirar dicha travesía al máximo.
No nos preocupemos por eso. Disfrutemos cada día de lo que el Señor nos ha concedido… y compartamos graciosamente, lo que Él nos ha dado para compartir con los demás (lo que debe incluir el gozo de vivir).

No hay comentarios:

Publicar un comentario