lunes, 5 de mayo de 2014

¿Cuándo terminará el dolor?

Probablemente ha sido el “clamor” de muchos hijos de Dios en todo el mundo…
En algún momento de nuestra vida, el dolor, la enfermedad, la soledad o la frustración nos atacan tan fuertemente, que  llegamos a sentir cómo nos “duele la vida”.
¡Es como un fuerte aguijón clavado en el pecho que casi no nos deja respirar!
El gran Apóstol Pablo pasó por lo mismo. Pablo declara tener un aguijón en su carne y dice  haber orado repetidamente para que le sea quitado.
2da. Corintios 12:8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.
La respuesta soberana de Dios ha sido… una negativa…
12:9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia….
¿Has sentido una negativa así alguna vez?…oras para que el dolor pase, para que el tiempo de aflicción desaparezca milagrosamente o la enfermedad se vaya,.. y la respuesta no es  “quitar el aguijón”…  sino recordarnos que tenemos una herramienta superior para soportar los días malos… ¡SU GRACIA!
Y no sólo su gracia… Es que hay una razón que sólo cabe en la mente de Dios… pues sus pensamientos son superiores a los nuestros. Hay un plan con nuestra vida..
2da. Corintios 12:9……porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
Ahí está la razón…. ¡Es que su poder se perfecciona en nuestra debilidad!
Muchas veces pedimos no padecer aflicción. Cristo también lo hizo antes de ser crucificado... No olvidemos que Él mismo dijo: Padre si es posible, que pase de mí esta copa.  La gran diferencia es que el Hijo de Dios dijo: Mas no se haga mi voluntad sino la tuya… ¡Es de valientes!
Cuando estamos dispuestos a decir: Señor, no se haga mi voluntad sino la tuya.. si es necesario este aguijón, este dolor, ¡que así sea!, es entonces, cuando el Poder de Dios viene sobre nuestras vidas,... no para QUITAR el dolor sino para DARNOS las fuerzas suficientes para afrontarlo. ¿Y qué conseguimos? Conseguimos el Poder de Dios perfeccionándose en nuestras debilidades, y podemos decir finalmente CUANDO SOY DÉBIL, ENTONCES SOY FUERTE EN CRISTO JESÚS.
…..Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

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