martes, 22 de abril de 2014

La Vida Es Bendición….No Pesadilla

Vemos a varios levantarse; pero lo único que sentimos es celos y menosprecio. Siempre nos sentimos desanimados y negativos, hemos olvidado por completo cómo vivir.
Cada día es como una pesadilla, nos sentimos como atados a una cadena. Nadie se fija, a nadie le interesamos, nadie que quiera hacer el esfuerzo de soportarnos.
Todo lo que hice fue sentir esta vibración en todos lados, pero cuando oí un cierto sonido, el sonido de la risa de un bebé, tan suelto y sin dolor o ira, recibí una ráfaga repentina de paz. Una paz, que por contra, ha hecho congelar mi mente y cuerpo. Levanté la mirada, observé el cielo y me pregunté: ‘¿por qué?’
¿Por qué desperdiciar esta preciosa vida mía en ser apacible y no sentirme bien, en vez de reír y disfrutar como aquel bebito? ¿ Por qué no Ignorar los insultos y dejar a un lado el dolor, y pensar que todas estas cosas son vanas; olvidar todas las cosas irrelevantes y hacer que mi vida valga la pena vivirla?...
...Amar a la gente, respirar el aire, dejar atrás cada día como si no nos importase.  No estresarnos, sonreír ante nuestros críticos, porque no hay nada en este mundo que no podamos componer. Un corazón roto, una parte que falta… ¡dejémoslo todo atrás y démonos un nuevo comienzo!
Eso, de lo que llegué a darme cuenta ese día, cambió por completo mi manera de vivir. "El sol se pone para volverse a levantar de nuevo. La vida es una bendición y no una pesadilla".

Este pensamiento, probablemente producto de la reflexión ante una crisis existencial, no deja de tener un claro mensaje de aliento para cada uno de nosotros.
La gran mayoría de nosotros le damos demasiada importancia a cómo los demás nos valoran. De hecho, hasta llegamos a convencernos de que nuestra valía depende de la estimación de los demás, olvidando que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios y que nuestro valor nos es intrínseco y esencial. Y cuando tenemos una relación personal con el Señor Jesucristo, ese valor es afirmado y potenciado para los propósitos de Dios en nuestra vida. Entonces, ¿qué podrá hacernos frente?
¿Qué nos podrá separar del amor de Dios y sus planes para nosotros?  Como concluyese el apóstol Pablo: ¡absolutamente nada ni nadie podrá hacerlo jamás!  Pero tal vez no nos sentimos de esa manera, sino que atravesamos una crisis similar a la del pensamiento. Si es así, ¿por qué no dedicar un tiempo a congregarnos para permitir al Señor que nos hable, mientras le adoramos de manera corporativa?  Seguro que saldremos no sólo con una visión renovada del futuro, sino con nuevas fuerzas para ir en pos de Él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario