sábado, 12 de abril de 2014

Juicio o Misericordia

“La misericordia triunfa sobre el juicio”
Santiago 2.13 
Gusto de ver ver programas de TV que tienen que ver con el crimen, detectives y con ciencia forense. A través de la ciencia y la lógica, los crímenes son resueltos, a pesar de que haya pocas o muy pequeñas evidencias. Es entonces, ante la falta de las precisas evidencias, cuando comienza el trabajo de los detectives o especialistas, en recolectar la información y pruebas necesarias, para determinar qué sucedió exactamente. Y a menudo, esto conduce a la condena o liberación de los sospechosos. La verdad es que, resulta difícil hacer este trabajo manteniendo siempre una perspectiva objetiva. O sea, si yo encontrase, que la mayor parte de las evidencias señalan culpable a una persona o un grupo de personas, me sería difícil asumir que ellos quedaran impunes o sin condena. Es decir, si la evidencias indican quién es el culpable, éste debe ser castigado. Pero las cosas no siempre son así. A veces, los culpables se salen con las suyas, y otras, incluso reciben misericordia en vez de juicio.
En nuestras vidas nos convertimos en excelentes detectives y científicos forenses auto-proclamados, cuando dedicamos nuestro tiempo a buscar la culpabilidad de los demás. Nosotros o nuestros seres queridos, si somos heridos, queremos que se nos haga justicia. Buscamos pistas, encontramos evidencias, y hablamos con otros para recolectar información, con la esperanza de echar la culpa a la persona que lo merezca. Este proceso de encontrar al culpable puede ser agotador; siempre buscando a alguien que haya cometido un error o diga lo equivocado que estaba, desistiendo, entonces, de su inocencia. Y luego, cuando la culpa es evidente, o cuando parece evidente, exigimos justicia.
Me alegra que Dios no me haya echado encima toda mi culpabilidad. Él tiene evidencias, Él sabe la verdad, pero en vez de atacarme con juicio, me ha demostrado misericordia.


El versículo mencionado es claro. Podemos escoger juzgarnos los unos a los otros, pasar nuestro tiempo buscando los errores que los demás cometen para castigarles, o podemos escoger mostrar misericordia, la misma misericordia que Dios nos ha mostrado.
Seguro que hay gente en tu vida que merece un juicio severo. Seguro que puedes hacer una lista de las cosas que te han hecho y la evidencia que tienes para condenarles. Seguro que te han herido profundamente a ti o a tus seres queridos. Esas personas son culpables…. pero piensa que tú, posiblemente, también lo eres.
Escoge mostrar misericordia en vez de hallar culpabilidad. Escoge suspender el juicio. La misericordia siempre es más poderosa y liberadora para todos los involucrados.

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