sábado, 12 de abril de 2014

El escritor que se soltó de Dios

“Instrúyeme, Señor, en tu camino para conducirme con fidelidad. Dame integridad de corazón para temer tu nombre”. 
(Salmo 86: 11)

Fedor Dostoievski 3Fedor Dostoievski, célebre escritor ruso nacido en Moscú en 1821 y fallecido en 1881, fue condenado a prisión en 1849 por participar en actividades antigubernamentales. Se dice que, estando en la cárcel, tuvo acceso a la lectura del Nuevo Testamento, a través del cual reforzó su conocimiento, fe y amor en Dios. 
Después de 5 años de condena, Dostoievski regresó a la vida normal para seguir haciendo lo que tanto le gustaba: escribir. En su vida personal, por aquel entonces, su  pasión por lo espiritual empezó a resquebrajarse, porque el célebre intelectual llevaba aún consigo las secuelas de una infancia tormentosa, a causa de la relación con un padre déspota, a lo que se agregó la muerte prematura de su madre.  
Otros traumas posteriores fueron: la pérdida de su progenitor, torturado y asesinado por un grupo de campesinos; la muerte de su esposa, el deceso de su hermano, el fallecimiento de la primera hija en su segundo matrimonio, su adicción a los juegos de azar, el asedio de acreedores que le buscaban para cobrar viejas y nuevas deudas, y su enfermedad, la epilepsia.

De ahí que, como escritor, este autor de: “Recuerdos de la casa de los muertos”, “Crimen y Castigo”, Los hermanos Karamazov”… y otros, dejó un legado que le coloca entre los grandes de la literatura universal. 
Lamentablemente, como cristiano no adquirió verdadera relevancia; a pesar de los factores ya anotados, se perdió, y el “soltarse” de la mano de Dios le sumió en una vida vacía, angustiosa, y desgraciada, hasta los mismos días de su muerte.

Quizá a usted o a mí nos ocurrió alguna vez, que los infortunios nos llevaron al desaliento, a la auto-compasión,.. empujándonos a buscar refugio en todo, menos en Dios, atentando contra el modelo inicial que tuvo Él para con nuestra vida.

No dejemos, pues, que nadie nos aparte de la búsqueda incesante del Señor, para que cuando los problemas lleguen, porque aunque seamos seguidores de Cristo aún llegarán, nos encuentren firmemente agarrados de su mano poderosa, y nos eviten la ansiedad de intentar solucionar las cosas a nuestro modo y manera, y lo que es peor, vivir sin rumbo, sin nada que nos llene, que nos haga infelices, como a Dostoievski, al que interiormente, no le sirvieron de nada el talento y la fama.

Amigos virtuales: vivamos entendiendo que los mortales somos, a decir del salmista, como un sueño: 


“Nacemos por la mañana, como la hierba que al amanecer brota lozana, y por la noche ya está marchita y seca”. (Salmo 90:5-6)


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