jueves, 10 de abril de 2014

Cuando nos habla, ¿cómo podemos reconocer la voz de Dios?

Esta pregunta ha sido hecha por muchísima gente a través de todos los tiempos. Samuel escuchó la voz de Dios, pero no la reconoció hasta que fue instruido por Elí (1 Samuel 3:1-10). Gedeón tuvo una revelación física de Dios y aún así dudaba de lo que había escuchado, hasta el punto de pedir una señal, no una vez, sino tres veces (Jueces capítulo 6: 17-22 y 36-40). Cuando escuchamos la voz de Dios, ¿cómo sabemos que es Él quien habla? Ante todo, nosotros tenemos algo que ni Gedeón ni Samuel tenían. Tenemos la Biblia completa, la Palabra inspirada por Dios para leerla, estudiarla y meditarla. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16-17) ¿Tienes alguna pregunta acerca de algún tópico o decisión en tu vida? Lee lo que dice la Biblia acerca de ello. Dios nunca te guiará o dirigirá en contra de lo que Él ha pensado o prometido en Su Palabra (Tito 1:2).

Segundo, al oír la voz de Dios, debemos reconocerla. Jesús dijo, “Mis ovejas oyen mi voz, y Yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27). Podemos relacionarnos con este verso, excepto porque los animales involucrados son reses. Si tenemos una granja de vacas, éstas, por su encuentro diario con quien las alimenta y las cuida, se sienten a gusto con él, y pueden reconocer inmediatamente a cualquier extraño. De la misma forma, si queremos conocer la voz de Dios, debemos pasar tiempo con Él, diariamente.


Asegúrate de pasar un tiempo de calidad diariamente en oración, estudio de la Biblia, y observación de Su Palabra. Mientras más tiempo pases en intimidad con Dios y Su Palabra, te será más fácil reconocer Su voz y Su guía en tu vida. Los empleados en el banco están entrenados para reconocer falsificaciones, mediante un minucioso estudio de los billetes auténticos; así es fácil reconocer los falsos. Debemos estar muy familiarizados con la Palabra de Dios: que cuando Dios nos hable o nos guíe, esté claro que es Dios mismo. Dios nos habla para que podamos entender la verdad. Dios puede hablar audiblemente a la gente, mas Él habla primeramente a través de Su Palabra; aunque a veces también es a través del Espíritu Santo a nuestras conciencias, a través de circunstancias personales, o a través de otras personas. 

Aplicando lo que escuchamos a la verdad escrita de las Escrituras, podemos aprender a reconocer Su voz.


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