“El verdadero significado de la vida no está en la seguridad, las grandes oportunidades son arriesgadas.”
Tengo miedo a crecer es una afirmación que, muchos de nosotros, en algún momento de nuestras vidas, llegamos a decirla, sobre todo cuando estamos viviendo una situación caótica, cuando vemos que nuestra vida se desmorona, o cuando nuestros sueños se vuelven inalcanzables; períodos en los que comenzamos a añorar ser niños, porque pensamos que los problemas entonces no existen. Es una entelequia que nos contamos para no entrar en el caos.
Pero nos olvidamos que el caos también representa una fuente de oportunidades para crecer. La clave está en buscar esos momentos que nos permitan ver que vale la pena vivir.
¿Puedes identificar esos momentos de pánico? ¿Cuál es la historia que te dices para no crecer?
Es fácil contar historias de crisis:
“Mi matrimonio o mi relación está en crisis…necesito amor”
“No tengo trabajo… necesito dinero”
“Si tuviera tiempo..., pero a esta edad creo que ya es demasiado tarde”
“Quiero cambiar mi manera de ser, pero…”
Tú también puedes escribir la tuya, y te darás cuenta de que en ti hay una necesidad; todos tenemos necesidades que queremos satisfacer, la de sentirnos amados, protegidos, valorados, afirmados, respetados, plenos...
¿Cuál es tu necesidad hoy? Escribe esa necesidad que tienes y que no puedes alcanzar porque tienes miedo. El miedo te ha paralizado, ha llenado tu corazón de dudas y temores, y te dices: mejor me quedo así y no hago nada, nunca lo voy a lograr. O quizás la historia que te cuentes es que ya lo has intentado todo y nada has logrado; entonces llegas a la conclusión de: ¿para qué seguir arriesgándome?, al fin y al cabo nos vamos a morir, creo que me tocó vivir así, cuando Dios estaba haciendo los planes de bienestar para mí, se extraviaron en el camino.
Voy a contarte una historia que nos habla acerca de correr riesgos:Dos semillas estaban juntas en la tierra fértil.
La primera semilla dijo: “¡Quiero crecer! Quiero que mis raíces lleguen muy abajo en la tierra y que mis retoños rompan la corteza que tengo arriba… Quiero desplegar mis tiernos brotes como banderas, para anunciar la llegada de la primavera… Quiero sentir el calor del sol en mi cara y la bendición del rocío matinal en mis pétalos.”
Y entonces creció.
La segunda semilla dijo: “Tengo miedo. Si dejo que mis raíces vayan hacia abajo, no sé qué encontraré en la oscuridad. Si me abro camino a través de la tierra dura que tengo encima, puedo dañar mis delicados retoños… ¿Y si dejo que mis brotes se abran y una serpiente trata de comerlos? Además, si abro mis pimpollos, tal vez un niño pequeño me arranque de la tierra. No, me conviene esperar hasta que sea seguro.”
Y esperó.
Pero un ave que andaba dando vueltas por el lugar en busca de comida, encontró la semilla que esperaba y se la tragó.
Aquí vemos que, la vida nos enseña que los no corren riesgos no pueden crecer. Si quieres crecer tienes que accionar en tu vida, empezando con un cambio de pensamiento. ¡Cuéntate una historia similar en el día de hoy.
Imagina lo bueno que Dios tiene para ti, comienza a verte alcanzando esos planes que Él diseñó para ti, siente sus emociones, escribe las cosas que harás para alcanzarlos y ponte en acción. No dejes que la vida te trague. La vida te fue dada para que la vivas, y la mejor manera para vencer tus miedos es dar amor.
Toma hoy el riesgo de amar, dar, servir, disfrutar y vivir. Hoy es el mejor día para ver las oportunidades y contar las bendiciones que tienes. Hoy es el mejor día para crecer.
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