domingo, 16 de marzo de 2014

La última palabra

Jehová es mi pastor, nada me faltará. Salmo 23:1
En la Biblia encontramos hermosos ejemplos del poder y la provisión de Dios, como cuando una viuda pobre le pidió a Eliseo que le ayudara, porque su esposo había fallecido y uno de sus acreedores la había amenazado con llevarse a sus dos hijos como esclavos. Cuando Eliseo le preguntó a ésta mujer qué tenía en su casa, ella le respondió:
-No tengo nada, sólo un frasco de aceite de oliva.
Él le dijo que pidiera todas las jarras vacías que pudiera a sus amigos y vecinos, que fuera a su casa con sus hijos, cerrara la puerta y vertiera en las jarras el aceite de oliva que tenía en su vasija. Entonces el aceite se multiplicó y sólo cesó cuando no hubo más vasijas que llenar.
Cuando ella le contó a Eliseo lo que había sucedido, él le dijo:
-Ahora vende el aceite de oliva y paga tus deudas; tú y tus hijos pueden vivir de lo que sobre. 2 Reyes 4:1-7
Otro ejemplo es cuando Jesús alimentó a cinco mil personas. Aquella vez, sus discípulos le dijeron que ya era tarde y que despidiera a la multitud, para que se fueran a comprar algo de comer a alguna de las aldeas más cercanas del lugar, pero Jesús les respondió:
-Eso no es necesario; denles ustedes de comer.
-¡Pero lo único que tenemos son cinco panes y dos pescados! –dijeron ellos.
Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró hacia el cielo y los bendijo. Después partió los panes en trozos y se los dio a sus discípulos para que los distribuyeran. Todos comieron cuanto quisieron, incluso juntaron doce canastas con lo que sobró. Mateo 14:13-21
Cuando pienses que ya no hay nada más que hacer, recuerda éstos dos milagros y lo que dice en Lucas 1:37 Nada es imposible para Dios”.
Nadie sabe la prueba que estás atravesando, pero debes saber que Dios es bueno y fiel, que sólo Él tiene el poder para sanarte, para restaurar tu matrimonio y tu familia, para ayudarte a dejar esa adicción, para proveerte el trabajo que necesitas y ayudarte a pagar las deudas que tienes, para darte salvación y llenar el vacío de tu corazón.
Toda prueba siempre tiene un objetivo en nuestras vidas, nos permite acercarnos más a Dios, buscarle y depender completamente de Él. Nos permite madurar y crecer, hace que nos aferremos más a su Palabra y vivamos con la esperanza de que nuestra fe depositada en el dador de la vida, nos traerá grandes galardones.
Recuerda, sólo Dios tiene la última palabra y no tus circunstancias.

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