jueves, 20 de marzo de 2014

¿Hacia dónde voy? - Crecimiento personal-espiritual

Cualquier momento es bueno para hacernos esta pregunta. 
Probablemente anden rondando por su cabeza propósitos y metas para mejorar su vida, tal vez algunas “recicladas” de tiempos pasados, y otras que surgen ante nuevas situaciones de la vida... Pues he aquí algunas pautas que pueden ayudarle en la búsqueda del camino de alcanzar sus metas y con ello, conseguir una mejor calidad de vida en paz y armonía, primero con usted mismo y luego con quienes le rodean.
1-    Trabaje en conocerse.
El principal problema de muchas personas es que no tienen ni idea de qué quieren en la vida, que se mueven al ritmo de los demás. Son expertos/as en complacer siempre a los demás sin importar lo que ellos mismos demandan
. Pueden colapsarse ante la sencilla pregunta de ¿qué quiere?, porque les resulta más habitual andar detrás de los demás, tratando de adivinar la mejor forma de complacerles. De alguna manera, este puede ser un mecanismo de escape, porque si uno no se siente satisfecho(a) consigo mismo, la mejor manera de olvidarse de todo es fijarse en los demás para no tener que verse a sí mismo. Esto funcionará siempre, si uno no se siente feliz… aunque la verdad es que, este tipo de conducta siempre nos va a generar sentimientos de tristeza.
Trabaja en conocerte. Haz viajes mentales en los que tengas la libertad de pensar qué es lo que anhelas y a dónde deseas ir. Recuerda que soñar no cuesta nada, y no estás en la obligación de compartir ni tus sueños, ni tus pensamientos. Visualízate disfrutando de los beneficios de ser lo que quieres ser, como por ejemplo, escribir tus sueños. No tienes que hacer una obra colosal, tan sólo darte el permiso de pensar qué deseas en tu vida.
2-    Trabaje en mejorar la comunicación con quienes le rodean.
Este propósito puede requerir mucha valentía, pero a la larga le traerá enormes sentimientos de felicidad.
Hay 
personas que viven vidas paralelas porque no saben cómo comunicarse con sus parejas, o con sus hijos/as, familiares, compañeros de trabajo, jefes, etc; entonces, como un escape, empiezan a fantasear interiormente, para sí mismos… “si le hubiera dicho….”. En esta fantasía reviven situaciones que pasaron en su vida real, y entonces consiguen actuar de una forma que realmente jamás se atreverían.
Otros se escudan detrás de frases como “mejor que no le dije nada, porque puede que si le hubiera dicho algo no me habría controlado”, “me callé para evitar más problemas”. Una amiga vivía una situación de violencia pasivo-agresiva con su familia. En algún momento le hice la comparación con ese tipo de novelas populares que son dramas vengativos, que sólo andan buscando maneras de hacer daño. Así era su familia. Sus historias no dejaban de impresionarme, pero con el tiempo me empezó a asombrar más su reacción a ellas; siempre era la misma: PASIVA. – ¿Y qué hiciste?  – Nada. La verdad es, que es mejor no tener más problemas… – ¿Y qué hiciste?  – Nada. Las ignoré…. – ¿Y qué hiciste?  – Nada, me hice la loca…. Así era siempre su reacción.
Pero no podemos andar por la vida permitiendo que los demás nos utilicen. Es importante que usted trabaje en desarrollar la capacidad de comunicar lo que siente o necesita. Comunique sus necesidades. Esta práctica no es fácil, porque a muchas personas no les gusta recibir sus pretensiones o respuestas, sean estas afirmativas o negativas, pero a la larga se acostumbran y se empiezan a amoldar a sus demandas. Todo depende de usted.
3-    Establezca prioridades.
Deshágase de ese mal hábito de decirle que sí a todos y a todo. No confunda el don de servicio con el servilismo.
Las personas serviles son aquellas que no han trazado su propio camino. Van hacia donde los demás les piden “por favor” que vayan. Les cuesta decir NO; aunque se sientan infelices al hacerlo, terminan siempre diciendo que sí.
Bajo esta rutina, sufren ellos/as y sufren quienes les rodean. Unos, porque por andar detrás de los demás no terminan de complacerse a sí mismos, y  quienes les rodean porque no hay nada peor que no saber cuándo contar con alguien, principalmente cuando se es papá o mamá. Los hijos/as muchas veces entran en conflictos con sus padres porque, en su incapacidad de ponerle límites a los demás, terminan siendo arrastrados al mismo patrón que sus progenitores. ¿El resultado? Hijos/as que viven sólo para complacerse a sí mismos porque no quieren  seguir con el patrón de papá o de mamá, o hijos/as que se convierten en lo mismo que sus padres, en seres serviles.
Ponga límites.  El tiempo en familia es insustituible, y si hay planes familiares, estos deben tener su prioridad. No significa que tengan que moverse todos juntos en familia a todo lugar. Cada miembro puede tener su propia vida y, al mismo tiempo, una vida de familia. Se trata de que aprenda a dar prioridad a sus espacios de vida. Sus prioridades no deben cambiar; hay tiempo y lugar para todo.
4-    Haga un plan para cumplir sus metas.
Las metas no se van a cumplir sólo con pensarlas, hace falta actuar. 
Evalúe las posibilidades que tiene de que esas metas se cumplan, y ponga plazos para ir alcanzándolas poco a poco. No trate de conseguir todo a la fuerza o de manera fácil, porque probablemente, si las cosas no salen tal como las pensó las terminará abandonando. Establezca pasos o etapas para conseguir sus metas. Haga mapas mentales del camino que debe seguir y evite ponerse plazos absurdos. Por ejemplo, si una de sus metas es bajar de peso, establezca cuánto peso cree que puede bajar cada mes, y empiece eliminando ciertas comidas; antes de meterse en una dieta forzosa, sería conveniente que empezase a reducir las cantidades de alimentos, o antes de meterse a un programa físico, iníciese con pequeñas caminatas. La idea es que su meta sea alcanzable. Estudie todas las posibilidades, pero sea sobre todo realista, nunca pesimista. Muchas personas han logrado elevarse a partir de pequeñas oportunidades. Tenga las puertas abiertas pero salga a echar de vez en cuando un vistazo.
Y, sobre todo, aprópiese de esta promesa:
“Jehová te bendiga y te guarde, Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia. Jehová alce sobre ti su rostro y ponga en ti paz.” Números 6:24-26
¡Hasta entonces, bendiciones!

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