En un viaje que realizó un misionero, se encontró con un hombre que hacía un caminito entre las rocas y la tierra, además de hacer otra cosa que le parecía muy extraña con las ramas de un árbol.
-¿Qué estás haciendo?, le preguntó el misionero.
-Una trampa para conejos, respondió el otro hombre.
-“¡Ah!, la trampa no la pondré hasta dentro de dos semanas. Primero estoy arreglando el caminito de modo que los conejos se acostumbren a él. Por ejemplo, hoy por la noche vendrán y tendrán miedo de pasarlo; pero mañana se acercarán más y poco tiempo después uno de ellos lo cruzará y caminará por él. Pocas noches después, todos se familiarizarán y lo usarán frecuentemente sin ningún temor. Entonces pondré la trampa entre las ramas extendidas y después comeré conejo todos los días”.
-Entiendo, contestó el misionero, y agregó: -“Estás usando la misma táctica que Satanás usa con los cristianos. Primero les atrae a algo que da la impresión de ser inocuo, y cuando adquieren confianza, él les atrapa y termina destruyéndoles”.
En nuestro vivir día a día, una de las trampas más sutiles que Satanás perpetra en contra de los creyentes, es una constante invitación a entrar en un estado placentero. De repente comenzamos a practicar algunos pecados considerados pequeños y, al ver que aparentemente no han causado ningún daño, los volvemos a cometer una y otra vez, y sin darnos cuenta, poco a poco, vamos cayendo en una trampa mortal. El caso es que verdaderamente, gran parte de la culpa la tenemos nosotros mismos al olvidar que estamos en una lucha permanente. El diablo no descansa, y además, en ocasiones los creyentes solemos disfrutar de ciertos descansos espirituales.
Pero la Biblia advierte: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. Marcos 14:38
Incluso Jesús estando con sus discípulos, les pidió a estos que no dejaran de orar y de estar atentos, porque el enemigo en tiempo de guerra sólo está esperando una oportunidad para atacar con toda su furia.
No bajes la guardia, no dejes de orar y escuchar la palabra de Dios; de esa manera siempre contarás con las fuerzas necesarias para decirle “NO” a cualquier tentación. Pero si por un descuido de tu parte, tienes un resbalón o una caída, ten la seguridad de que Dios, con toda su fidelidad y misericordia, estará dispuesto a ayudarte. Sólo tienes que reconocerle en tu vida.
Salmos 145:13-14: “Tu reino es reino de todos los siglos y tu señorío en todas las generaciones. Sostiene Jehová a todos los que caen y levanta a todos los oprimidos”.
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