Mientras que hay diferentes opiniones acerca de hasta qué punto la Biblia es inspirada, no cabe duda que la Biblia clama, por sí misma, que cada palabra, y cada parte de la Biblia fueron inspiradas por Dios. (1 Corintios 2:12,13; 2 Timoteo 3:16,17). Esta visión de las Escrituras es generalmente conocida como inspiración “verbal plenaria”, que significa que la inspiración se extiende a cada una de las palabras (inspiración verbal), no sólo a los conceptos o ideas, y que la inspiración se extiende a todas las partes de la Escritura y a todos los temas tratados en la Escritura (inspiración plenaria). Hay algunas personas que creen que sólo ciertas partes de la Biblia son inspiradas, que sólo los pensamientos o conceptos que tratan exclusivamente sobre la religión son inspirados. Pero estas opiniones sobre la inspiración, se quedan desacreditadas ante lo que la Biblia demuestra por sí misma. Toda la inspiración verbal plenaria es una característica esencial descrita en la Palabra de Dios.
Lo extenso de su inspiración puede verse claramente en 2 Timoteo 3:16-17 - “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” Estos versos nos dicen que Dios inspiró toda la Escritura y que es provechosa para nosotros. No solamente están inspiradas las partes de la Biblia que tratan de las doctrinas religiosas, sino cada una de sus partes; desde Génesis hasta Apocalipsis es la Palabra de Dios misma. Puesto que están inspiradas por Dios, las Escrituras tienen la base real cuando se trata del establecimiento de la doctrina, y son suficientes para enseñar al hombre a cómo guardar una correcta relación con Dios, “instruidos en justicia”. La Biblia declara que no sólo está inspirada por Dios, sino que también tiene la habilidad de cambiarnos y prepararnos completamente, al ser equipados para toda buena obra.
Otro verso que trata de la inspiración de las Escrituras, es 2 Pedro 1:21. Este verso nos dice, “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. Este texto nos ayuda a comprender, que aunque el hombre escribió las Escrituras, las palabras que ellos escribieron fueron las mismas palabras de Dios. Aunque Dios utilizó a hombres de diferentes personalidades y estilos de escritura, a todos inspiró divinamente cada palabra que escribieron. Jesús mismo confirmó la inspiración verbal plenaria de las Escrituras cuando dijo, “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.” (Mateo 5:17-18). En estos versos, Jesús reforzó la veracidad de las Escrituras hasta su más pequeño detalle y con el más minúsculo signo de puntuación – porque es la misma Palabra de Dios.
Y dado que las Escrituras son la Palabra inspirada de Dios, podemos concluir que también son inerrantes y con autoridad. Una correcta visión de Dios nos llevará a una correcta visión de Su Palabra; es decir, al ser Dios todopoderoso, omnisciente, y completamente perfecto, Su Palabra tendrá, por su misma naturaleza, las mismas características. Los mismos textos que establecieron la inspiración de las Escrituras, también establecen que son inerrables, y acreditados en su autoridad. Sin duda, la Biblia es lo que dice ser – la innegable y autorizada Palabra de Dios para la humanidad.
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