lunes, 20 de enero de 2014

Sembrando…

Jesús dijo “El sembrador salió a sembrar y la semilla que cayó en la tierra produjo al 30, al 60 y al 100%”. El 30, es algo; el 60, es mucho; el 100% es todo. Quiere decir que puedes tener algo, mucho o todo de Dios; que puedes tener algunos, muchos o todos los milagros. Si Dios te dio el 30, te va a dar el 60 o el 100, porque eres buena tierra.
Quédate tranquilo porque llegarás a tener todo de Dios. Hoy estás progresando un poco, celébralo porque Dios te llevará a progresar en todo. Porque el que comenzó la buena obra te llevará a toda la bendición para tu vida. Si soy buena tierra hoy estoy con poco, pero mañana estaré en el todo de Dios: todo el gozo del Señor; todo mi mundo convertido.
sembrandoJuan 15 dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos, si os unís a mí vais a llevar fruto”. Fruto, más fruto, mucho fruto; 30, 60, 100; poco, mucho, todo. Dios me da una Palabra (o sea una semilla), la obedezco y esa semilla trae fruto, y luego viene otra palabra, la obedezco y Dios me da más fruto, más semillas, más palabras para obedecer, por eso a mayor crecimiento, más obediencia.
No necesito un buen amigo para crecer, necesito una semilla, porque la amistad no me cambia, mientras que la semilla que obedezco es la que me cambia. Algunos no pasan del 30 al 60 porque Dios les dio una semilla y no la obedecieron. Por ejemplo: “Cree en el Señor Jesucristo y bautízate”; y algunos dicen: “Voy a esperar para bautizarme”; si quieres abundancia obedece la semilla que Dios te dio; te bautizas; pero te congregas una vez al año, mientras la Biblia dice: “Congrégate continuamente”; luego entonces no obedeciste esa semilla y obstaculizaste el proceso de crecimiento. "Obedece lo que Dios te dice porque por la desobediencia puedes frenar lo que Dios te quiere dar.
Juan 15 dice: “El que permanece en mí trae fruto y yo lo podo”. Podar. ¿Cómo te poda para que tengas más fruto?
Muchos dicen que bueno, que sí a las pruebas, pero luego... ¡no!, porque las pruebas traen dolor; pero la obediencia a esa semilla te limpia para que Dios te dé más semilla para obedecer; la misma semilla que te dio fruto es la misma semilla que te limpia y es la misma semilla que te lleva a más fruto, y más fruto en tu próximo nivel dará más semillas, más palabras que te van a limpiar, que te van a llevar al 100%.
¿Pero la gente la va a obedecer? Tú siembra... y ten la esperanza de que el Espíritu Santo les convenza y les traiga el 30, el 60 y el 100%. Siembra una semilla a tus hijos, una Palabra, un audio, un mensaje que oíste, un libro; y esa semilla empezará a crecer, y si esa persona la obedece cambia para siempre.
La gente no necesita que la convenzamos, sino que sembremos en ellos una semilla, porque sólo Dios puede cambiar a la gente, y la Palabra es viva. Estas semillas están vivas y pueden cambiar a la gente; si la obedecen cambian al treinta, después al sesenta y llega al todo de Dios y todo lo que hacen les sale bien.
Un día un muchacho muy pobre, vendedor de puerta en puerta para pagar sus estudios, se encontró con sólo diez centavos en su bolsillo y tenía mucho hambre. Entonces decidió que en la próxima casa iba a pedir comida. No obstante, perdió su coraje cuando una bella y joven muchacha abrió la puerta, y en lugar de pedirle comida pidió un vaso con agua. Ella pensó que él se veía hambriento y le trajo un vaso con leche. Él se lo tomó lentamente y luego le preguntó: “¿Cuánto le debo?” “No me debe nada”, respondió ella. “Mi mamá nos enseñó a no aceptar ningún pago por bondad”.
Él dijo: “Entonces se lo agradezco de corazón”. Cuando Howard Kelly se fue de esa casa, no sólo se sintió más fuerte en sus fuerzas, sino también en su fe en Dios y en la humanidad. 
Años más tarde esa joven muchacha enfermó gravemente. Los doctores que la trataban estaban muy preocupados y decidieron enviarla a la gran ciudad, donde médicos especialistas estudiarían su rara enfermedad. Uno de los especialistas era el Dr. Howard Kelly. Cuando él se dio cuenta del nombre del pueblo de donde ella venía, una extraña luz brilló en sus ojos. Inmediatamente se levantó y fue al cuarto donde ella estaba. Vestido en sus ropas de doctor la vio y reconoció al instante. Luego volvió a su oficina determinado a hacer lo posible para salvar su vida.
Desde ese día le prestó una atención especial al caso, y después de una larga lucha la batalla fue ganada. El Dr. Kelly pidió a la oficina de cobros que le pasaran la cuenta final para darle su aprobación. La miró y luego escribió algo en la esquina, y la cuenta fue enviada al cuarto de la muchacha. Ella sintió temor de abrir el sobre que la contenía, porque estaba segura de que pasaría el resto de su vida tratando de pagar esa cuenta. Finalmente miró, y las siguientes palabras, escritas en la esquina de la factura, llamaron su atención: “Pagado por completo con un vaso de leche”.

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