miércoles, 22 de enero de 2014

Raíces solidas

Cualquiera puede quitarte tu posición pero nadie puede quitarte tu lugar. En la sociedad actual las estrellas son muchas y más aún si son fugaces. Existen muchas estrellas que causan sensación de la noche a la mañana, sin embargo, son las raíces las que logran que un árbol permanezca en tiempos de tormenta, y son las raíces las que logran la estabilidad y el éxito en una persona.
El árbol de bambú es un perfecto ejemplo de cómo al principio se siembra una semilla, se abona, y se riega constantemente, sin que suceda nada impresionante durante los primeros años. De hecho, se estima que el bambú no crece en absoluto durante los primeros 7 años, pero llega el séptimo año y en unas semanas crece casi 30 metros.  Las personas que no hayan vivido el proceso de la planta podrían pensar que el crecimiento se dio en unas breves semanas, pero la realidad es que se tomó años para ver un resultado. 
Igual sucede con muchas carreras exitosas que no están basadas sólo en el ingenio, talento, buena suerte o apariencia física, sino en una constancia y un arduo esfuerzo que toma bastante tiempo. 
¿Cuál es el común denominador de los que llegan a la cima de su carrera y se mantienen con éxito durante largo tiempo?  La respuesta más directa es el la madurez; mientras más profunda y más grande,... más extensa es la permanencia en el éxito.

La Biblia nos habla que nosotros somos “como árboles plantados junto a corrientes de agua, que dan su fruto en su tiempo y su hoja no cae”.  Bien pudo haber dicho Dios que daríamos fruto “fuera de tiempo”; después de todo utiliza esa frase en otros temas, sin embargo  nuestro Creador asegura que existe un espacio de tiempo determinado para dar fruto.  Ese proceso por el que todos tenemos que pasar se llama así, "tiempo". Una vez que estableces el crecimiento, con la ayuda de Dios afirmas tu lugar.
Si tenemos sabiduría podremos sembrar, abonar, regar, y si permanecemos en ella, veremos los frutos de nuestra labor recompensados. Tratar de correr una carrera para llegar a la cumbre sin asegurarnos primero tener raíces bien cimentadas, es plantar una palmera en tiempo huracanado para ver cómo se la lleva el viento. 
Arraigarnos a Dios y permitir que Él nos ayude a crecer es más que posicionarnos; es tener un lugar. 

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