“NO SABÉIS LO QUE PEDÍS” (Mateo 20:22b)
Un día, Santiago y Juan fueron a pedirle a Jesús los mejores asientos en su Reino. No era solamente buena vista lo que buscaban, ellos querían el mejor sitio. Jesús dijo: “No sabéis lo que pedís” (Mateo 20:22b). Más tarde, cuando la gente de cierto pueblo no quiso recibir a Jesús, sus discípulos le preguntaron: “Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del Cielo… y los consuma?” (Lucas 9:54). De nuevo Jesús los reprendió.
Ahora bien, si los discípulos más cercanos a Él pudieron estar tan errados en sus peticiones, nosotros también. Afortunadamente, Dios nos quiere demasiado como para decir siempre que sí. ¿No estás contento de esto? ¿Confiarías en un Dios que actuase de otro modo?
Quizás la petición errónea más común sea: “Señor, por favor, cambia a Fulanito, mi amigo”. Cuando dos de nosotros tenemos que llevarnos bien juntos, probablemente uno de los dos ore así. Pero esto es egoísta. Una oración más auténtica sería: “Señor, no quiero confrontar mis propios defectos, no quiero esforzarme en esta relación, o madurar, así que te pido que cambies a Fulanito”. Si ésta es tu petición, no te sorprendas si Dios dice “no”.
Si has estado orando y “no has llegado a ninguna parte”, tu petición puede ser el problema. A lo mejor es una escapatoria por tu parte, porque no quieras afrontar ningún problema, o es destructiva de alguna forma que desconoces, o egoísta, o estrecha de miras y demasiado pequeña; puede que Dios tenga en mente algo mejor. Cualquiera que sea la razón, si tu petición es errónea, Él la rechaza. Y a medida que vayas madurando, mirarás hacia atrás a tus viejas peticiones y agradecerás al Señor por amarte lo suficiente como para haberte dicho “no”.
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