“SEÑOR, PERMÍTEME QUE VAYA PRIMERO Y ENTIERRE A MI PADRE” (Mateo 8:21b)
En tiempos bíblicos se esperaba de los hebreos que honraran a sus ancianos padres cuidándoles hasta la muerte. De manera que, cuando un grupo de supuestos discípulos mostró su lealtad a Jesús, inmediatamente las obligaciones familiares de uno de ellos entraron en conflicto con el llamado de Dios sobre su vida. Cuando él dijo: “Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre” (Mateo 8:21b), Jesús le contestó: “Sígueme; deja que los muertos entierren a los muertos” (Mateo 8:22). ¿Fue Jesús insensible o desconsiderado? No, Él conocía la situación familiar de aquel hombre, y sin duda tenía un plan para ella.
Normalmente, nuestro dilema no es si haremos o no la voluntad de Dios, sino cuándo la haremos. Es muy fácil en teoría comprometerte a seguir a Cristo y prometer hacer todo lo que Él nos pida, pero lo más importante es cuándo. Cuando el Señor te pide que hagas algo, generalmente es para que lo hagas de inmediato. Jesús dijo: “Si alguno me sirve, sígame; y donde Yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará” (Juan 12:26). Generalmente, las oportunidades dadas por Dios vienen por un período de tiempo limitado; las puedes perder si no respondes cuando Él habla. La Biblia dice que cuando Jesús llamó a sus discípulos, éstos dejaron “al instante” las redes y le siguieron (Mateo 4:20). ¿Es que no tenían responsabilidades? Claro que sí, pero ninguna más importante que ésta. Así que, si el Señor interrumpe tu agenda hoy y te dice que ores por alguien, que le llames para animarle, o que le ayudes económicamente, deja lo que estés haciendo y sincronízate con Él. Cuando Él habla, el momento de responder es - ¡ahora!
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