jueves, 2 de enero de 2014

Después de haber pecado


¿Sabes algo?, ese dolor que te provoca fallarle a Dios es una muy buena señal de que todavía hay una oportunidad para ti.
Son reales nuestras luchas diarias en áreas de nuestra vida. Llevamos años luchando por tratar de cambiar, pero en muchos casos no hemos avanzado mucho.
Si realmente eres nacido de nuevo, sientes un dolor muy profundo al fallar en las mismas áreas todo el tiempo, te sientes mal, quizá lloras muchas veces al ver que no puedes mantener tu palabra de no volverlo a hacer.
Para aquellos que un día conocimos al Señor y tuvimos un encuentro real con Él, no es una sensación agradable la que se siente al fallarle a Dios. De hecho, cuando le fallamos sentimos como que todo se nos vino abajo, como si Dios ya estuviera cansado de nosotros o como que si nunca fuésemos a cambiar.
¿Te ha pasado?, ¿has experimentado esa sensación de saber que no tienes que hacer eso, pero a pesar de ello lo haces y luego te sientes muy mal contigo mismo? Porque la mayoría de nosotros sabemos muy bien que no tenemos que actuar de ciertas maneras, y quizá en ocasiones mientras has estado llevando a cabo tu fallo, has sentido que no tienes que hacerlo, sin embargo no puedes parar a pesar que sabes que después te sentirás mal.
Si alguien no se identifica con situaciones como estas o parecidas, es porque posiblemente no sea de este planeta, pero para los demás humanos, TODOS hemos sentido esa horrible sensación de saber que le fallamos a Dios a pesar de que sabíamos muy bien que no teníamos que hacerlo.
¿Sabes una cosa?, ese dolor que te causa fallarle a Dios es una muy buena señal de que todavía hay una oportunidad para ti. Ese mal sabor de boca que te deja el fallarle, habla de que el Espíritu Santo de Dios está en tu vida redarguyéndote todavía. Sería un gran problema que fallaras y no sintieras el más mínimo dolor por hacerlo, estarías cerca de morir espiritualmente, pero si sientes dolor por hacerlo, entonces tienes que tener la seguridad de que hay una oportunidad más para ti.

Sentir dolor por pecar o fallarle a Dios, habla de que tenemos conciencia real del error que cometimos y que nuestro corazón y espíritu no quiere hacerlo, pero que lamentablemente nos dejamos dominar por nuestros deseos carnales y pecaminosos.
Ahora bien, es necesario detectar qué es lo que está pasando, por qué estamos cayendo fácilmente en ese error; seguro que en la mayoría de los casos es porque estás descuidando tu vida espiritual, porque estás orando menos, o porque dejaste de leer la Biblia, o porque quizá no te estás congregando o no estás teniendo contacto con personas que espiritualmente te pueden ayudar; por el contrario, estás haciendo todo lo contrario y teniendo comunicación con personas que lo menos que te enseñarán es a ser agradable a Dios.
¿Por qué no comenzar de nuevo?, sí, si sientes dolor al pecar, si sientes dolor al fallarle a Dios, es porque HAY OPORTUNIDAD PARA TI ¿Qué es lo que tienes que hacer?, recuerda solamente los episodios de tu vida en los que te sentiste plenamente feliz, seguro que fueron aquellos en los que estabas muy cerca de Dios y que, al estar cerca de Él, en tu mente no cabía otro pensamiento que no fuese el de agradarle.
Al ver el deterioro de nuestro estado espiritual, a veces nos percatamos que no estuvimos así todo el tiempo, que hubo momentos en los que dimos todo de nosotros y que nos sentimos plenamente gozosos, que hubieron tiempos en los que espiritualmente avanzamos mucho, porque quizá dispusimos así nuestro corazón o quizá porque renunciamos con determinación a aquello que era nuestra perdición.
Vuelve a esos momentos, haz lo mismo que en esos momentos de felicidad plena hacías, comienza a orar nuevamente, comienza a leer la Biblia otra vez, congrégate más a menudo, sírvele al Señor, sé humilde, que tus oídos se vuelvan tan humildes, que no importando a quien escuches predicar la Palabra, puedas aprender algo que te ayude en tu vida.
Quita de tu vida todo orgullo que no te deja prosperar y que te está arruinando, no te creas que lo sabes todo o que nadie te puede enseñar nada nuevo que no sepas. Mejor aprende como un niño, como que si fuera la primera vez que estás aprendiendo de Dios, porque si sigues creyendo que lo sabes todo, la realidad es que no sabes nada, ya que la sabiduría de una persona no se cataloga por toda la teoría que sabe, sino por su forma de poner en práctica su conocimiento y vivirlo.
“Pónganse mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de corazón, y encontrarán descanso para el alma.” Mateo 11:29 (Nueva Traducción Viviente)
La única forma efectiva para comenzar de nuevo y triunfar en la vida espiritual, es ser humilde para reconocer dónde estamos fallando, y tener la suficiente determinación para decidir salir de ese lodo en el que hemos caído; entonces Dios te dará la fuerza que necesitas para salir adelante de cualquier situación, pues tu humildad y determinación son la llave que abrirá la bendición de Dios sobre tu vida.
¡Adelante, tú puedes porque Dios está contigo!
“Dios está obrando entre ustedes. Él despierta en ustedes el deseo de hacer lo que a él le agrada y les da el poder para hacerlo.” Filipenses 2:13 (Palabra de Dios para Todos)
 

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