“Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”.
(Isaías 40:29)
Cuando el mundo mira tus imperfecciones, Dios mira lo perfecto que te encuentra.
Sus ojos emanan una ternura y un destello que hace visible que te ama.
Cuando otros han escogido darte la espalda, Él ha estado al frente guiándote,
peleando tus batallas, animándote a seguir adelante.
Cuando los demás te critican sin compasión, sin considerar cómo se sentirá tu corazón,
Dios siembra una palabra hermosa que renueva tus fuerzas.
Él hace que florezcas hasta en el más árido desierto.
Vierte aceite sobre tu cabeza para que permanezcas ungido y bajo su cobertura.
El amor de Dios y su compasión hacia nosotros, no tiene límites,
sobrepasa todo entendimiento.
Por eso y por mucho más debemos corresponder a su infinito y dulce amor,
porque Él es sostén para el débil y la compañía de los abandonados.
Porque cuando los demás dicen que no podrás, Él dice, ¡no temas, yo te ayudo!
Porque sólo Él fue capaz de dar lo más preciado que tenía para redimirnos.
Cuando cansado de tanto luchar, sientas que no tienes fuerzas para más…
recuerda que Jesús te cargará en sus brazos para que puedas descansar.
Él te recargará después de eso, para que puedas continuar hasta el final.
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