Los que lo oyeron, dijeron: Entonces, ¿quién podrá ser salvo?”
Lucas 18.26
Recientemente vi una foto del “Monstruo Come-galletas”, que tenía una frase en la parte inferior que decía: “Hoy viviré el momento actual, a menos que sea desagradable, y en ese caso me comeré una galleta.” Me pareció chistoso. Pude imaginarme al “monstruo come-galletas” durante su día, contento, haciendo sus quehaceres, y luego, en un momento de estrés o ansiedad, necesitando una galleta para consolarse, devorándola en segundos. Para el “monstruo come-galletas”, vivir la vida sin galletas es inimaginable. Esa vida no existe, ni siquiera como una posibilidad.
Nosotros no somos tan diferentes a nuestro amigo azul peludo. Muchos de nosotros empleamos nuestro día haciendo diligencias, vamos a trabajar, nos reunimos con amigos y familia..., todo aparentando ser muy libres y sin trabas. No obstante, en nuestra mente tenemos un plan de seguridad, algo a lo que sabemos que podemos recurrir cuando nos sentimos estresados, ansiosos, inseguros o con miedo. Tenemos una persona, lugar o cosa esperándonos cuando necesitamos sentirnos seguros o en paz.
En el versículo mencionado, Jesús está hablando con un líder religioso que era rico. El hombre quería saber lo que debía hacer para heredar la vida eterna. Jesús le dijo al hombre que fuera y vendiera todos sus bienes y le diera el dinero a los pobres. Esto entristeció mucho al hombre porque obviamente, estaba apegado a su dinero y pertenencias. Jesús siguió explicando a la multitud, que es sumamente difícil para alguien que adora al dinero, lograr poner a Dios como Rey en su Corazón. Esto tenía sentido para la multitud. Ellos se pudieron identificar tanto, que dijeron, “Entonces, ¿quien podrá ser salvo? No podían imaginar a alguien así; una persona que amara a Dios más que a la comodidad de sus cosas y al dinero; vivir una vida sin la comodidad de las cosas materiales era imposible. La seguridad y el placer que viene (venía) con el dinero, es (era) muy seductor como para dejarlo ir.
Me pregunto cuántos de nosotros vivimos como el “Monstruo Come-galletas”. Cuántos de nosotros comenzamos el día con la intención de amar a Dios y ponerle en primer lugar en nuestras relaciones, trabajo, familia, etc. Pero cuando las cosas se ponen difíciles, no es Dios a quien acudimos, sino a esa otra persona, lugar o cosa.
Jesús respondió a su pregunta diciendo, “Lo que es imposible para las personas, es posible para Dios.”
¿Cuál es tu red o plan de seguridad? ¿Cuál es esa cosa que no puedes imaginar vivir sin ella? ¿Qué o a quién buscas cuando estás en necesidad, estrés o ansiedad? Sea lo que sea, se está interponiendo en tu relación con Dios. Mientras “adores” a esa cosa, lugar o persona, Dios no podrá ser el número uno en tu vida.
Acude hoy a Dios primero. Dale el lugar que Él se merece en tu vida. Hazlo un día a la vez. Comienza a cambiar los viejos hábitos de ir hacia las cosas u otras personas por ayuda. Si intentas vivir de galletas, simplemente terminarás enfermo.
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