A ti que has ido más allá y has decidido no ser del montón, está a punto de llegarte esa cosecha que has palpado en la presencia de Dios. Ese soplo divino que ordena a la vid dar fruto a su tiempo ya viene en camino.
El Dios Altísimo ha hecho recuento de todos los días que has salido a labrar diligentemente la tierra, a pesar de que todo tu ser se amotinó contra ti. El Dios Todopoderoso en este momento está pensando cómo bendecir tu esfuerzo. Él está revisando los registros que muestran que has empeñado tus sueños, con tal de comprar más semillas preciosas para sembrar.
Aquél que ha sembrado fe, pronto cosechará milagros. Aquél que no se ha detenido a pesar de los obstáculos, florece en espíritu. Aquél que ha cosechado dominio propio y se ha desprendido del pecado, recibe la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman.
Del tamaño de tu espera, del tamaño de la prueba, del tamaño de tu esfuerzo, de ese mismo tamaño es la cosecha que envían desde las compuertas del cielo para ti.
Ríos de espíritu están en este momento recorriendo tu tierra y ordenándole que dé fruto. Sólo espera un poco más y con tus propios ojos verás lo que tanto te ha costado sembrar.
Honra a aquél que te ha dado la semilla en este ultimo tramo. Hónrale yendo más allá en todo lo que haces para Él. Empieza a gozarte, tú que has sembrado con obediencia, pues antes de lo que esperas tendrás en tus manos el fruto de tu esfuerzo.
A ti que has sembrado fe, extiende tus manos y palpa la lluvia del Espíritu de Dios que está sobre tu cosecha.
“Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas”.
Salmos 126:6 (Reina-Valera 1960)
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