Este hecho terminó haciéndome daño a mí misma y a afectar mi comunión con Dios.
Entendí que perdonar no se lograba de la noche a la mañana, sino que requería tiempo. Cada día le pedía a Dios que me ayudara a perdonarlas y bendecirlas. Fue un proceso largo, pero gracias a su ayuda lo logré; dejé de tener esos pensamientos y sentimientos negativos hacia ellas y empecé a verlas con amor.
Muchas personas viven años odiando a quienes en el pasado les hicieron daño, prefieren vivir siendo esclavos del odio, de la amargura y la venganza, en vez de ser libres de este tipo de ataduras.
La falta de perdón es muy común en este mundo puesto que, las personas piensan que al odiar a su agresor están haciéndole daño sólo a él, y no se dan cuenta que el daño se lo están haciendo ellos mismos, y en la mayoría de los casos también a sus seres queridos. La amargura es como un tipo de cáncer que se enraíza en el corazón y crece hasta destruir por completo una vida.
Dios en su palabra dice: “Si perdonas a los que pecan contra ti, tu Padre celestial te perdonará a ti; pero si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados.”Mateo 6:14-15
No permitas más que el odio y la amargura se apoderen de tu vida, debes ser libre de esa esclavitud, y verás que cuando decidas perdonar sentirás libertad y paz en tu corazón.
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