Quédate tranquilo porque llegarás a tener todo de Dios. Hoy estás progresando un poco, celébralo porque Dios te llevará a progresar en todo. Porque el que comenzó la buena obra te llevará a toda bendición para tu vida. Si soy buena tierra hoy disfruto poco, pero mañana estaré disfrutando completamente, disfrutando el todo de Dios: todo el gozo del Señor; toda la ciudad convertida.
Juan 15.5 dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos, si te unes a mí vas a llevar fruto”. Fruto, más fruto, mucho fruto; 30, 60, 100; poco, mucho, todo. Dios me da una Palabra, una semilla, obedezco su Palabra y esa semilla lleva fruto, y luego viene otra Palabra, la obedezco y la semilla lleva más fruto, más palabras para obedecer y más semillas con fruto. Por eso, a mayor obediencia mayor crecimiento.
No necesito un buen amigo para crecer, necesito una semilla, porque la amistad no me cambia, mientras que la obediencia sí lo hace. Algunos no pasan del 30 al 60 porque Dios les dio una semilla y no la obedecieron. Por ejemplo: “Cree en el Señor Jesucristo y bautízate”; y, sin embargo dices: “Voy a esperar para bautizarme”. Pero si quieres abundancia obedece la semilla que Dios te dio. Otro se bautiza pero se congrega una vez por año, mas la Biblia dice: “Congrégate continuamente”, pues entonces no obedeciste a esa semilla y entorpeciste el proceso de crecimiento. Obedece lo que Dios te dice porque con la desobediencia puedes frenar lo que Dios te quiere dar.
Juan 15 dice: “El que permanece en mí lleva fruto y yo lo podo”. Podar. ¿Cómo te poda para que tengas más fruto?
Muchos dicen NO a las pruebas. Pero aunque las pruebas traen dolor, la obediencia a esa semilla te limpia para que Dios te dé más semilla para obedecer; la misma semilla que te dio fruto es la misma semilla que te limpia y es la misma semilla que te lleva a más fruto, y tener más fruto en tu próximo nivel dará más semillas, más palabras que te van a limpiar, que te van a llevar al 100%.
No sé si la gente la va a obedecer, pero siembra y ten la esperanza de que el Espíritu Santo les convenza y lleven el 30, el 60 y el 100%. Siembra una semilla a tus hijos, una Palabra, una canción, un mensaje que oíste, un libro; y verás que esa semilla empieza a crecer, y si esa persona la obedece verás cómo cambia para siempre.
La gente no necesita que la convenzamos, sino que le sembremos una semilla, porque sólo Dios puede cambiar a la gente y su Palabra es viva; esas semillas están vivas y pueden cambiar a la gente, si la obedecen cambian al treinta, después al sesenta y llega "al todo" de Dios y todo lo que hacen les sale bien.
Un día un muchacho muy pobre, vendedor de puerta en puerta para pagar sus estudios, se encontró con sólo diez centavos en su bolsillo y tenía mucha hambre.
Entonces decidió que en la siguiente casa iba a pedir comida. Pero perdió su brío, su coraje cuando una bella y joven muchacha abrió la puerta; en lugar de pedir comida pidió un vaso con agua. Ella pensó que él se veía hambriento y le trajo un vaso con leche. Él se lo tomó lentamente y luego le preguntó: “¿Cuánto le debo?” “No me debe nada”, respondió ella. “Mi mamá nos enseñó a no aceptar ningún pago por bondad”. Él dijo: “Entonces se lo agradezco de corazón”. Cuando Howard Kelly se fue de esa casa, no sólo se sintió más fuerte en sus fuerzas, sino también en su fe en Dios y en la humanidad.
Años más tarde, esa joven muchacha enfermó gravemente. Los doctores locales estaban muy preocupados y decidieron enviarla a una gran ciudad donde los especialistas estudiarían su rara enfermedad. Uno de los especialistas era el Dr. Howard Kelly. Cuando se dio cuenta del nombre del pueblo de donde venía ella, una extraña luz brilló en sus ojos. Inmediatamente se levantó y fue al cuarto donde ella estaba. Vestido en sus ropas de doctor la vio y reconoció al instante. Luego volvió a su oficina determinado a hacer lo posible para salvar su vida.
Desde ese día le prestó una atención especial al caso. Después de una larga lucha, la batalla fue ganada. El Dr. Kelly pidió a la oficina de cobros que le pasaran la cuenta final para darle su aprobación. La miró y luego escribió algo en la esquina, y la cuenta fue enviada al cuarto de la muchacha. Ella sintió temor al abrirla, porque estaba segura de que pasaría el resto de su vida tratando de pagar esa cuenta. Finalmente ella miró, y las siguientes palabras, escritas en la esquina de la factura, llamaron su atención:
“Pagado por completo con un vaso de leche”.
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