¿Por qué los seres humanos, la creación con más semejanza al Creador, no lucha para aprovechar su potencial al máximo? ¿Por qué nos detenemos a medio camino? ¿Por qué no estamos luchando constantemente para transformarnos en lo que podemos llegar a ser? Tal parece que todas las formas de vida de este planeta tratan de lograr su potencial máximo, excepto los seres humanos. ¡Vaya!
Dios nos ha dado muchas capacidades para explotarlas pero, lamentablemente, nosotros nos conformamos con el mínimo esfuerzo. Dios tiene preparado un banquete extraordinario donde tenemos de todo para comer, pero nosotros nos conformamos con una simple hamburguesa.
Cada uno de nosotros tiene dos opciones concretas para decidir lo que va hacer con su vida: Podemos ser conformistas y ser menos de lo que podemos llegar a ser, ganar lo mínimo, leer lo estrictamente necesario, ajustarnos a las ideas de otros, rendirnos al primer intento, tener una vida desordenada, etc. Es decir, conformarnos con una vida vacía, llena de desconfianza y conformismo, y...
Todos tenemos estas dos opciones: hacer o no hacer, ser o no ser, serlo todo o no ser nada.
Al igual que el árbol, para nosotros sería un auténtico desafío extendernos en dirección vertical y horizontal, hasta alcanzar la medida completa de nuestra capacidad. Si Dios nos ha dado la capacidad, ¿por qué no hacerlo? Sólo depende de ti lograrlo, o rendirte antes de empezar.
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” Filipenses 4:13
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