“PERO TENGA LA PACIENCIA SU OBRA COMPLETA…” (Santiago 1:4)
Intenta reconocer todas las etapas de tu vida espiritual. En ocasiones experimentarás una corta e intensa irrupción de crecimiento (primavera), seguida por un período más largo de estabilización en el que pasarás por pruebas (otoño e invierno).
¿Y qué hay de los problemas que te gustaría que Dios te quitara?, te preguntarás.
Está bien orar por un milagro, pero no te desilusiones si la respuesta llega a través de un cambio gradual. Con el tiempo, una corriente de agua lenta y constante erosionará la roca más dura y convertirá rocas gigantescas en guijarros.
Puede que te sientas frustrado con el ritmo de su progreso, pero Dios nunca tiene prisa. Él dedicó ochenta años a preparar a Moisés, incluidos cuarenta años en el desierto. Según nuestro calendario, Moisés se preguntaría durante catorce mil seiscientos días: “¿Es ya la hora?”. Pero Dios continuaba diciendo que “todavía no”.
Contrariamente a muchos títulos populares de libros, "no hay pasos fáciles para la madurez”. Cuando Dios quiere hacer un champiñón, lo hace de la noche a la mañana. Cuando quiere hacer un roble enorme, Él se puede tomar cien años.
Con Dios una tardanza no es una negativa. Recuerda hasta dónde has llegado, y no sólo lo lejos que tienes que ir. Claro que, no estás donde quisieras estar, pero tampoco estás donde solías estar. Hace años la gente llevaba un famoso botón con las iniciales de una frase que decía:
“Por favor, ten paciencia; Dios aún no ha acabado conmigo, y Él no ha acabado contigo tampoco".
Por eso, simplemente sigue adelante, ¡paso a paso, y debes tener paciencia!
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