“…CADA UNO SOMETA A PRUEBA SU PROPIA OBRA…” (Gálatas 6:4)
Te pasarás la vida haciendo tus propias cosas o las de Dios. Para comprender cuál es cuál, toma en consideración tu corazón y tu personalidad. Pablo advirtió: “…cada uno someta a prueba su propia obra y… cargará con su propia responsabilidad” (Gálatas 6:4).
Pregúntate cosas como: ¿Qué es lo que realmente me gusta hacer? ¿Cuándo me siento más animado? ¿Qué es lo que estoy haciendo cuando pierdo la noción del tiempo? ¿Me gusta la rutina o la variedad? ¿Prefiero servir en equipo o por mi cuenta? ¿Soy introvertido o extrovertido? ¿Soy pensador o más bien sentimental? ¿Cuándo disfruto más, compitiendo o cooperando?
Examina las experiencias de tu vida y extrae las lecciones que has aprendido. Revisa tu vida y piensa en cómo te ha moldeado. Escucha:
“Comprended hoy… vuestros ojos han visto todas las grandes obras que el Señor ha hecho” (Deuteronomio 11:2,7). Las experiencias pasadas son inútiles; por esta razón es bueno que tengas un diario espiritual. Pablo escribió: “¿Tantas cosas habéis padecido en vano? Si es que realmente fue en vano” (Gálatas 3:4). Raramente vemos el propósito de Dios en el dolor o en el fracaso mientras están sucediendo. Sólo con una visión retrospectiva comprendemos cómo Dios quiso que el problema nos moldease para bien.
Ya que Él sabe lo que es mejor para ti, deberías aceptar con agradecimiento el modo en que te ha formado. Fuiste diseñado para un propósito, de manera que no deberías rechazarlo o sentirte resentido. En vez de esto, ¡celebra quién eres y disfruta cada día de tu vida!
Nuestro Tiempo con Dios trata de una relación
“…YA NO ESTAMOS BAJO UN GUÍA…” Gálatas 3:25b
¿Te faltan horas en el día? ¡Bienvenido al “club"! El tiempo ha llegado a ser nuestro bien más preciado, ¡y va al mejor postor!
En 1965, los expertos pronosticaron que en veinte años estaríamos trabajando veintidós horas a la semana y que nos jubilaríamos a los 40 años porque los ordenadores harían la mayor parte del trabajo. Pero ya estamos en el siglo XXI, y los ordenadores computan, faxes y e-mails van y vienen, los teléfonos móviles suenan por todas partes, y en cambio nuestro tiempo libre ha disminuido un 37% y la semana laborable, por término medio, ha aumentado a cuarenta y siete horas (para algunos de nosotros, esto sería aún una semana breve!
¿Qué pasaron por alto los expertos? ¡Las ambiciones! Cuanto más tenemos, más queremos, y cuanto más queremos, más duro hemos de trabajar. Así es como continúa el círculo vicioso, ¡y la primera víctima es nuestro tiempo con Dios!
Para edificar una relación con Dios tenemos que hacer “un pequeño aposento” (2 Reyes 4:10), donde encontrarnos con Él diariamente. Y es fácil fallar en esto, especialmente si nos decimos:
Me levantaré a las seis de la mañana y oraré una hora, pero llegado el tercer día estamos agotados. ¡”Ya no estamos bajo un guía” (Gálatas 3:25b)! No se trata de normas, ¡se trata de una relación!
Los devocionales cristianos diarios tienen que ser correspondidos, recompensados, si no, no continuarás. Así que, determina una hora que te vaya bien. Empieza cada día con la oración. Y acentúa esta oración con alabanza: “Siete veces al día te alabo” (Salmo 119:164). Si tienes tiempo para tomar café, ¡seguro que tienes tiempo para “descansos de alabanza!”. Sólo tienes que tener ganas, ¿verdad?
¿Y tú?, ¿cómo administras tu tiempo con Dios? , si lo deseas puedes responder afirmativamente para animarnos a continuar y darnos ideas para tener un tiempo especial con Él. No lo olvides:
Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vela la guardia. Salmos 127:1.
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