En muchas oportunidades he visto a personas escapar cuando ven a un mendigo, no sólo porque pide dinero, sino por la apariencia que presenta que, casi siempre, va acompañada de un olor nauseabundo, porque su ropa está manchada por las bebidas alcohólicas que ha estado consumiendo, porque es probable que haya estado buscando alimentos en los basureros, o por no poder tomar una ducha,...
Una vez escuché la historia de un joven que hizo algo ilógico y verdaderamente altruista. Se acercó a un mendigo que pedía en la calle y, para sorpresa de todos los que estaban cerca, no sólo se quitó el abrigo que tenía, sino que también se sacó los zapatos y la camisa, e intercambió sus prendas con la ropa que el mendigo llevaba puesta. Muchos se quedaron sorprendidos al ver que este joven hacía esto amor y no por apariencia u obligación.
Ustedes conocen la gracia generosa de nuestro Señor Jesucristo. Aunque era rico, por amor a ustedes se hizo pobre para que mediante su pobreza pudiera hacerlos ricos. 2 Corintios 8:9 (NTV)
Reflexionando sobre este hecho, vi que son pocas las personas que realmente han entendido el amor de Dios por sus almas. La palabra de Dios dice que siendo rico se hizo pobre por amor. Podríamos decir que virtualmente se quitó la ropa para ponerse en el lugar del necesitado, tal y como hizo ese joven. En su desprendimiento, pudimos ver el reflejo del amor de Dios en su vida.
Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos. 2 Corintios 12:15 (RV)
Otra persona que entendió este amor fue Pablo. Para él lo más importante era deteriorarse él mismo por Dios y por las otras personas, sin importar cuánto costara, si le correspondían o no, sin condiciones ni reservas, al igual que Jesús. No le importaba si ellos lo merecían o no, o si se habían metido en la inmundicia como aquel mendigo; estaba dispuesto a empobrecerse por amor para sacarlos de ahí.
Si conoces a Jesús, recuerda que nuestro llamado es a seguir sus pasos. Él no sólo nos enseñó a predicar el evangelio, sino a ser pan partido y vino derramado por amor a otros. Te animo a seguir su ejemplo, a reflejar el amor de Dios en tu vida, sacrificándote y desgastándote por otros aunque pienses que no lo merezcan, igual que Jesús lo hizo por ti al ir a la cruz.
¿Quién, pues, de tres estos te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: el que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: ve, y haz tú lo mismo. Lucas 10:36-37
¡Debes ser un buen samaritano, ve tú y haz lo mismo!
Fdo.: S. Ch.
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