Una tercera parte de la población mundial, cerca de 2,500 millones de personas, dicen ser cristianos. El Islam, que abarca alrededor de 1,500 millones de personas, reconoce a Jesús como el segundo profeta más grande, después de Mahoma. Y de los restantes 3,200 millones (aproximadamente la mitad de la población mundial), la mayoría de ellos ha escuchado el nombre de Jesús o sabe acerca de Él.
Si uno tuviera que hacer un resumen de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su muerte, sería algo breve:
Él nació de padres judíos en Belén, un pequeño pueblo al sur de Jerusalén, mientras el territorio estaba bajo la ocupación romana. Sus padres se mudaron al norte, a Nazaret, donde Él creció, por lo que habitualmente se le conoce como “Jesús de Nazaret.” Su padre era carpintero, así que es probable que Jesús aprendiera el oficio en sus primeros años. Alrededor de los treinta años, comenzó su ministerio público en la tierra. Eligió a una docena de hombres de dudosa reputación como sus discípulos y trabajó en las afueras de Capernaum, un pueblo grande de pescadores, y centro del comercio en la costa del Mar de Galilea. Desde ahí Él viajaba y predicaba por toda la región de Galilea, haciendo frecuentes incursiones entre los vecinos gentiles y samaritanos, con sus intermitentes viajes a Jerusalén.
Sus inusuales enseñanzas y su metodología sorprendieron y molestaron a muchos. Su mensaje revolucionario, junto con gran cantidad de milagros y curaciones milagrosas, le generaron un gran número de seguidores. Su popularidad entre el populacho creció rápidamente, dando como resultado su aprehensión por los arraigados líderes de la fe judía. Pronto estos líderes se llenaron de celos, procurando flaquear gravemente Su éxito. Muchos de esos líderes encontraban ofensivas sus enseñanzas, sintieron que sus religiones y ceremonias tradicionales estaban siendo amenazadas, y pronto tramaron, junto con los gobernadores romanos, cómo matarle. Fue durante este tiempo, cuando uno de los discípulos de Jesús le traicionó con los líderes judíos, por una miserable suma de dinero. Poco después de eso mandaron arrestarle, y tramaron apresuradamente una serie de simulacros de juicio, decidiendo sumariamente ejecutarle por crucifixión.
Pero a diferencia de cualquier otro en la historia, la muerte de Jesús no fue el final de Su historia; fue, de hecho, el principio. El Cristianismo existe fundamentalmente por lo sucedido después de que Jesús murió. Tres días después de su muerte, sus discípulos, ya apóstoles, y muchos otros, comenzaron a declarar que Él había regresado a la vida de entre los muertos; su tumba fue encontrada vacía, el cuerpo había desaparecido, y numerosas apariciones fueron pregonadas por testigos oculares de diferentes grupos de gente, de diferentes lugares, y en diferentes circunstancias.
Como resultado de todo esto, la gente comenzó a proclamar, convencida, que Jesús era el Cristo, o el Mesías. Declaraban que su resurrección validaba el mensaje del perdón de los pecados a través de Su sacrificio. Al principio, ellos predicaban estas buenas nuevas, conocidas como el Evangelio, sólo en Jerusalén, la misma ciudad donde fue ejecutado. Pero pronto esta nueva corriente, conocida inicialmente como el "Camino" (Hechos 9:2, 19:9, 23; 24:22), se extendió rápidamente. En un corto período de tiempo, este mensaje del Evangelio de la fe se esparció más allá de la región, llegando a lugares tan lejanos como Roma, así como hasta lo más apartado de su vasto imperio.
Indudablemente, Jesús tuvo un tremendo impacto en la historia mundial. La pregunta sobre “el verdadero Jesús histórico”, puede ser mejor respondida estudiando el impacto de Jesús en la historia. La explicación del incomparable impacto que tuvo Jesús va mucho más allá de ser sólo un hombre. Jesús era, y es, precisamente lo que la Biblia dice que Él es – Dios hecho hombre-. Sólo el Dios que creó el mundo y controla el curso de la historia pudo impactar al mundo de manera tan drástica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario