Todavía recuerdo algunas de mis travesuras cuando era niña, fueron muchas tengo que aceptarlo. Distraída viendo aparadores, jugando con cualquier cosa o simplemente tratando de esconderme, pero el sentimiento de no saber a dónde se fue mamá o papá, aunque fuera por un momento, era algo que sentía parecido a un enorme hueco en el estómago. Sentía miedo a no saber dónde estaban.
Aunque no hay en mi mente ni un sólo recuerdo de mis papás escondiéndose de mí, sí recuerdo haberme alejado de donde me dijeron que no lo hiciera y luego estar llorando perdida y desesperada.
El sentimiento de haber perdido el rumbo de la vida es muy similar a esto, no sabemos en qué momento nos alejamos ni por qué motivo, pero de pronto hay un hueco en nuestra vida que nos hace preguntarnos ¿en qué momento me perdí?
Con el tiempo se aprende que nada llena un espacio tan grande como el que tiene la medida de Dios, no se llega a conocer un amor tan incondicional como el suyo, ni una compañía tan agradable, como la que provoca la seguridad de caminar sin temor a equivocarse; porque hay cosas que sólo Dios produce: completa seguridad y plenitud de gozo.
Los momentos buenos y malos vienen y se van como las olas del mar, las cosas que vivimos pueden acercarnos o alejarnos de Dios, de nuestro centro más seguro. Son situaciones envolventes las que roban nuestra atención y perdemos la base, el pilar, nos vamos alejando y perdiendo de vista lo que era nuestro punto direccional. La mayoría de las veces que sentimos este vacío o extravío es por habernos alejado demasiado de Dios; es un sentimiento de inseguridad el que nos hace darnos cuenta de eso.
Pero nadie está lo suficientemente perdido como para que Dios no le encuentre, esa es la verdad para todo el que se siente perdido; nunca estará tan lejos de Dios que le sea imposible alcanzarle, su amor no tiene límites ni medida humanamente comprensible. Si pensabas que estabas tan perdido que no hay por dónde regresar, siempre está el camino que Dios traza para que puedas hacerlo.
Y lo siguiente es el sentimiento de alivio que se siente al regresar al lugar de donde no se quería perder, se toma de la mano de Dios y Él hace que todo vuelva a comenzar. Esa es la base, el punto de partida y el puerto seguro de tu vida.
Prueben y vean que el Señor es bueno; dichosos los que en él se refugian.
Salmos 34:8 (Nueva Versión Internacional)
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