Lo cierto es que todo lo que Él pasó por nosotros, el rechazo, la vergüenza, el sufrimiento, el dolor, la muerte, no fue nada fácil. Estuvo solo en esta Tierra, pasando por un proceso macabro sin poder pedir ayuda ni fuerzas a su Padre, ya que nuestro pecado estaba sobre Él en aquel entonces, y por tanto Dios Padre no podía ayudarle. Jesús pasó todo esto sin su amado Padre, y esto era lo más aterrador que podía experimentar nuestro Precioso Salvador.
Es inimaginable el tremendo dolor que estaba pasando mientras todos gritaban que le crucificaran, mientras le golpeaban, apedreaban, escupían...; cuánto dolor físico y emocional experimentó sin su Papá, pero Él quería hacerlo, era su deseo, era su sueño darnos la oportunidad de estar con el Padre confiadamente, sin manchas que nos separasen de Él. Aún estando crucificado rogaba por nosotros y nos seguia mirando con ojos de amor; nunca hubo odio en su corazón, soportó nuestra culpa para que, teniendo en cuenta Su gran sacrificio, pudiéramos alcanzar la salvación; salvación que es dada únicamente por Gracia, regalo que no merecemos.
Por lo tanto, no dejemos que lo que Dios hizo no sea tenido en cuenta, o de poco valor, porque Él se entrego por completo por quienes no le amaron, por lo que en actitud de correspondencia por el gran amor de Jesús, entreguemos nuestras vidas al que nos amó primero, entreguemos nuestros cuerpos, casa en la que Dios vive a través de su Espíritu Santo, apreciemos su regalo con nuestra vida ya que no fue nada fácil poder obtenerlo; costó el sufrimiento de uno para salvación de muchos, la muerte de uno para dar vida a muchos.Lo que motivó a Jesús a hacer eso, fue vernos a todos nosotros en un futuro llenos de su amor, de su Espíritu Santo y dando a conocer a todo el mundo lo Grande que es Dios, la verdad de su salvación y lo real que es en nuestras vidas. Él nos ama y comprende que somos débiles, que nos cuesta muchas veces practicar el Evangelio, ser constantes, pero también se siente triste porque sabe que podemos avanzar más y no le buscamos, sabe que podemos ser grandes pero nos conformamos con ser pequeños, Está inquieto por darnos a conocer más de Él, pero ve tan poco interés en nosotros, que no puede revelarse si nosotros no lo deseamos.
Quizás hubo un tiempo en donde nuestra pasión y amor por Dios tenía su mayor esplendor, pero algo pasó que hizo que ese fuego se apagara y es sólo porque no hemos conservado ese calor; ese fuego que nos motivaba a buscar a Dios, por alguna razón se está apagando y cada cuál sabe por qué. Siempre hay una razón, y la consecuencia es que nos apaga y nos hace fríos, insensibles al amor de Dios. Lo peor es que, por una parte lastimamos a Dios, pero también nosotros somos perjudicados espiritualmente, nuestro ser se siente insatisfecho, con vacios, sólo por no comprender que Dios lo es todo, porque fuera de Él nada podemos hacer, todo es en vano, porque la razón de vivir es simplemente por Él.
No sigamos siendo personas inmaduras, veamos a Dios como tal y hagamos que ese fuego vuelva a nosotros,. Depende de ti, de tu determinación, de que comprendas lo que es más importante, que veas la Cruz y que esa sea tu motivación de amar a Dios con todo tu corazón, tu alma, y todas tus fuerzas.
Nunca cabrá en nuestro entendimiento que haya pasado tanto por nosotros.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isaías 53:5 RV).
Aún Él, estando angustiado y afligido no abrió su boca, por AMOR fue llevado como cordero al matadero, por AMOR fue como oveja delante de sus trasquiladores sin decir nada, sin abrir su boca, por AMOR, por tu Salvación, por tu Regalo, por tu Felicidad.
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