miércoles, 16 de octubre de 2013

La Práctica de la Presencia de Dios-3ª Conversación de Nicolás Herman - Vídeo

La Práctica de la Presencia de Dios -
3ª Conversación de Nicolás Herman, el Hermano Lorenzo, con Fray José de Beaufort, representante del arzobispado local de un monasterio de Francia hace más de 300 años.

El Hermano Lorenzo me dijo que el fundamento de su vida espiritual había sido la adquisición por fe de un elevado concepto y valoración de Dios; y una vez que lo hubo adquirido, ya no tuvo ningún otro cuidado que el de rechazar fielmente todo otro pensamiento, para poder así hacer todo por amor a Dios. Que cuando no tenía ningún pensamiento acerca de Dios por un cierto tiempo, no se inquietaba, porque después de haber reconocido delante de Dios este lamentable hecho, volvía a Él con una confianza mucho mayor.

Dijo que la confianza que ponemos en Dios honra al Señor enormemente, y hace descender sobre uno grandes gracias. Que era imposible no solamente engañar a Dios, sino que también era imposible que un alma sufriera por largo tiempo, si es que estaba perfectamente rendida a Él y resuelta a soportar cualquier cosa por amor a Él. De esta manera, el Hermano Lorenzo había experimentado frecuentemente el pronto socorro de la Gracia Divina. Y debido a su experiencia con la gracia de Dios, cuando tenía un trabajo para hacer, no pensaba en él de antemano, sino sólo cuando llegaba el momento de hacerlo, y encontraba, como reflejado en Dios (como en un espejo claro), todo lo que era adecuado hacer.

Cuando los trabajos externos le distraían un poco de sus pensamientos puestos en Dios, un recuerdo fresco proveniente de Dios mismo le llenaba el alma, y así era tan inflamado y transportado que le resultaba difícil contenerse. Dijo que estaba más unido a Dios en sus trabajos externos, que cuando los dejaba a un lado para retirarse a hacer sus devociones.

Y sabía que en el futuro tendría un gran dolor corporal o mental, y que lo peor que podría sucederle era perder aquel sentido de Dios que había disfrutado durante tanto tiempo, pero que la bondad de Dios le aseguraba que no le abandonaría totalmente, y que le daría fuerzas para soportar cualquier mal que le sucediera, con el permiso de Dios. Por lo tanto, no tenía ningún temor. Que no había tenido la ocasión de consultar con nadie acerca de su estado y que cuando intentó hacerlo, siempre había salido más turbado; y que como era consciente de su disposición para entregar su vida a Dios por amor a Él, no tenía ningún miedo del peligro. Que la entrega perfecta a Dios era un camino seguro al cielo, un camino en el cual tenemos siempre suficiente luz para saber cómo conducirnos.

Dijo que lo principal de la vida espiritual, es ser fieles en el cumplimiento de nuestros deberes y negarnos a nosotros mismos; y cuando lo hacemos disfrutamos de placeres prodigiosos. Que en las dificultades solamente necesitamos recurrir a Jesucristo, y suplicar por su gracia, con la cual todo llega a ser fácil. Y que muchos no crecen como Cristinos porque se aferran a penitencias y ejercicios particulares pero descuidan el amor a Dios, la meta de todo. Esto se manifiesta claramente por sus obras, y es la razón por la que se ven tan pocas virtudes sólidas. 
Y que no se necesita ni arte ni ciencia para ir a Dios, sino solamente un corazón determinado resueltamente a no dedicarse a otra cosa aparte de Dios, que el amor a Dios, y de amarle a solamente a Él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario