Una de las cosas que necesitamos para no pecar es tener dominio propio. Consiste en tener la fuerza de voluntad necesaria para decir que no a las cosas que no nos convienen y que desagradan a Dios.
Uno de los mejores ejemplos en la Biblia es Daniel, que significa (Dios es mi justicia), y sus amigos; Ananías (Dios es misericordioso), Misael (¿Quién como Dios?), y Azarías (fuerza de Dios), a los cuales les cambiaron el nombre como muestra de que iban a iniciar una nueva vida, para ser servidores del rey Nabucodonosor, para que dejaran atrás sus costumbres y creencias.
Muchas veces las personas que nos rodean nos cambian los nombres o nos ponen apodos, por lo general con un significado burlesco y porque, de alguna manera, quieren influenciar de forma negativa en nuestra vida. Cuando esto suceda, neguemos esas palabras y creamos sólo en lo que Dios puede hacer en cada uno de nosotros y no hacer los planes que el mundo y las personas quieren que hagamos; a veces nuestra familia o amigos quieren que se lleven a cabo ciertos planes en nuestra vida, pero tal vez esos planes no nos agraden o haya cosas en ellos que no ayuden en nuestra vida como cristianos. Lo importante es, que estemos donde estemos, no nos dejemos contaminar por las cosas que el mundo nos ofrece; esto no quiere decir que nos tengamos que aislar de las personas que no conocen de Dios, no se trata de encerrarnos en una burbuja, al contrario, Dios ha depositado esa gracia en nosotros para impactar en la vida de los demás, para que también le conozcan.
Aquellos jóvenes tenían unas características muy especiales y eran que Dios depositó en ellos sabiduría, inteligencia,... aparte eran de buen parecer y de las mejores familias del pueblo de Judá, pero también eran temerosos de Dios.
¨Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que bebía; pidió por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.¨ Daniel 1: 8 (Reina-Valera 1960).
El rey Nabucodonosor todo lo que hacía y tenía lo consagraba a sus dioses paganos. Es más, cuando conquistó Jerusalén tomó los utensilios del templo para colocarlos junto con los utensilios de sus dioses; igualmente hacía con los alimentos, y pretendía que todos los que estaban bajo su mando le adoraran a él y a sus dioses. Y por esto también hizo que les pusieran nuevos nombres a Daniel y sus amigos; Beltsasar (príncipe de bel, que era el dios principal de Babilonia), Sadrac (iluminado por aku, dios de la luna y la devastación), Mesac (¿quién como aku?), Abed-nego (siervo de nebo, dios de la ciencia). Pero a pesar de esto, estos jóvenes se mantuvieron firmes en Dios y en lo que Él podía hacer. Hay momentos en los que nos dejamos confundir y olvidamos que tenemos un Dios grande y fuerte, momentos en los que nos dejamos llevar por lo que cualquier persona dice y eso nos hace dudar de Dios. Para agradarles a las demás personas no tenemos que ser como ellos quieren que seamos, más bien que ellos se conviertan a nosotros. Dios nos quiere tal como somos; la clave no está en las cosas materiales, ni en que actuemos y seamos como ellos quieren para sentirnos bien, no necesitamos de eso, Dios ha depositado su gracia en nosotros.
Mira lo que pasó con Daniel. Él le pidió al jefe de los eunucos que sólo les dieran de comer legumbres y agua, y que después de eso comparara sus apariencias con las de los otros jóvenes, que sí se alimentaban de la comida que les daba el rey. Al pasar diez días sus rostros eran mejores, lucían mas robustos que los demás, pero en realidad lo que les hacía diferentes no era precisamente comer legumbres y tomar agua, (obvio es que debemos de alimentarnos bien y tener cuidado de lo que consumimos, que hay que cuidar nuestro cuerpo ya que es templo del Espíritu Santo), la diferencia estaba en que ellos tuvieron dominio propio, que obedecieron, hallaron gracia delante de Dios, se propusieron no contaminarse. Estaban con el rey, pero no por eso tenían que ser como el rey ni hacer lo mismo que él hacía; ellos marcaron la diferencia, honraron a Dios, le demostraron firmeza... y Él honra a los que le honran.
Así que no temas hacer las cosas que a Dios le agradan. No importa que los demás te rechacen, tenemos que actuar como hijos de Dios; no todos somos iguales, y esa gracia es la que nos hace diferentes, el sello de Dios. Que de hoy en adelante se note en nuestra actitud que estamos llenos de Él, mostrémosle su amor a los demás, aunque todos se levanten en nuestra contra.
¡No dejes de ser lo que Dios ha dicho que eres por caerle bien a los demás!
¨Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.¨
Daniel 1: 19-20 (Reina-Valera 1960)
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